Toda la responsabilidad del último recrudecimiento de la violencia árabe-israelí recae en el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como resultado de las políticas de apaciguamiento y capitulación que ha llevado a cabo en Oriente Medio.
Cuando el Sr. Biden asumió su cargo en enero, Oriente Medio disfrutaba de uno de sus raros momentos de optimismo, principalmente debido al exitoso enfoque adoptado por su predecesor, el presidente Donald J. Trump.
La administración Trump logró una serie de éxitos políticos indiscutibles en la región, entre los que se incluye convencer a varios países árabes y musulmanes -Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán, Kosovo y Marruecos- de que firmaran los Acuerdos de Abraham con Israel, poniendo así fin a décadas de hostilidad. Además, los partidarios islamistas del ISIS fueron completamente derrotados como resultado de la destrucción de su llamado Califato por parte de la coalición militar liderada por Estados Unidos, mientras que la capacidad de Irán para socavar la estabilidad política en Oriente Medio ha sido severamente frenada por las sanciones punitivas de la administración Trump contra el régimen. Incluso los críticos más duros de Trump tuvieron que reconocer que, en lo que respecta a Oriente Medio, la era Trump había sido un éxito.
Sin embargo, en lugar de aprovechar el prometedor legado que heredó de su predecesor, Biden ha intentado distanciarse de los logros de la administración Trump.
Antes del último estallido de las hostilidades entre Israel y los terroristas palestinos, la única intervención notable de Biden en la cuestión israelo-palestina había sido restablecer cientos de millones de dólares de ayuda estadounidense a los palestinos, revirtiendo así la decisión de la administración Trump de recortar la ayuda a la Autoridad Palestina por su negativa a mantener un diálogo con Washington.
La principal preocupación de Biden en Oriente Medio ha sido, en cambio, reactivar el defectuoso acuerdo nuclear con Irán, lo que ha dado lugar a la reanudación de las conversaciones con funcionarios iraníes en Viena.
La reanudación de las negociaciones diplomáticas sobre el programa nuclear iraní ha tenido lugar a pesar de que el régimen iraní sigue violando los términos del acuerdo nuclear acordado por el presidente Barack Obama.
En particular, Irán ha seguido enriqueciendo uranio a un nivel muy superior al acordado en el acuerdo nuclear, hasta situarse justo por debajo del umbral necesario para producir material de grado armamentístico, lo que hace temer que Teherán haya reanudado los trabajos de su programa clandestino de armas nucleares.
También aumenta la preocupación de que la decisión de la administración Biden de aliviar las restricciones financieras tanto a los palestinos como a Teherán haya permitido a Irán aumentar su apoyo militar a los terroristas de Hamás en Gaza.
Fuentes de seguridad, que pidieron no ser nombradas, creen que Irán ha estado proporcionando a Hamás asistencia militar durante al menos cinco años. La cooperación incluye la formación en la producción y el funcionamiento de armas, y los terroristas de Hamás viajan con frecuencia a Irán para recibir formación especializada, además de visitar las instalaciones iraníes de producción de misiles.
Las relaciones de Irán con Hamás están supervisadas por la Fuerza Quds de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, que comparte conocimientos sobre la producción de misiles iraníes con sus homólogos de Hamás. Los militares israelíes creen que la estrecha cooperación entre Irán y Hamás ha ayudado a la organización terrorista palestina a aumentar el alcance y la eficacia de los misiles y cohetes que se han disparado contra ciudades israelíes en los últimos días.
En estas circunstancias, no es de extrañar que las críticas al enfoque de Biden hayan dado lugar a acusaciones de que está apaciguando a Teherán en su desesperación por reactivar el acuerdo nuclear.
Ahora, cuando los terroristas palestinos vuelven a atacar zonas civiles israelíes con cohetes y misiles, se ha puesto de manifiesto la insensatez del desacertado planteamiento de Biden sobre Oriente Medio.
Muchos de los cientos de misiles que se disparan contra objetivos en Israel están basados en el diseño de misiles iraníes. De hecho, el alcance del apoyo militar de Irán a los terroristas palestinos fue revelado por un funcionario de la organización terrorista palestina Jihad Islámica que se jactó la semana pasada: “Los cohetes que utilizamos para bombardear Tel Aviv, nuestras armas y nuestra comida nos los proporciona Irán”.
En consecuencia, al mismo tiempo que la administración Biden ha estado tratando de reactivar las negociaciones con Irán sobre su programa nuclear, ahora resulta que Teherán ha estado apoyando activamente a los grupos terroristas palestinos mientras se preparaban para lanzar su devastador ataque contra Israel.
La violencia resultante entre Israel y los terroristas palestinos es, sin duda, muy embarazosa para el Sr. Biden, quien, tras intentar distanciarse de la cuestión israelo-palestina, se ve ahora obligado a intervenir para evitar un mayor derramamiento de sangre.
De hecho, ahora se afirma que, en los últimos meses, varios gobiernos árabes prooccidentales trataron de advertir al gobierno de Biden sobre las crecientes tensiones en Jerusalén, pero no recibieron ninguna respuesta de los funcionarios de Biden debido a su reticencia a comprometerse con la cuestión.
El resultado es que el Sr. Biden se encuentra ahora buscando desesperadamente formas de poner fin a la violencia, aunque su respuesta hasta la fecha ha sido poco convincente.
El comentario de Biden, realizado tras una conversación telefónica con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, la semana pasada, de que esperaba que la violencia terminara “más pronto que tarde”, parece más una expresión de deseos que una evaluación realista de los acontecimientos que se desarrollan sobre el terreno en Israel y los territorios palestinos.
Ciertamente, si el Sr. Biden se toma realmente en serio el fin de la violencia, entonces su tiempo estaría mejor empleado en consolidar el impresionante legado del Sr. Trump en Oriente Medio que en malgastar su energía en tratar de apaciguar a los ayatolás de Teherán.
Con Coughlin es editor de Defensa y Asuntos Exteriores del Telegraph y miembro distinguido del Gatestone Institute.