Una conversación, hace unos tres años, me transformó por completo la percepción en el ámbito de la lucha contra la deslegitimación y el BDS.
La conversación tuvo lugar con Itzik Tsarfati, un amigo que partió a una misión sionista en Gran Bretaña, con años de actividad pública en Israel a sus espaldas. En el corazón de la oscuridad londinense, él comprendió la realidad de golpe, un descubrimiento que debería resonar en la mente de todos nosotros.
“La lucha contra la deslegitimación de Israel”, me dijo en ese momento, “no constituye un asunto marginal de “hasbará” sobre la imagen de Israel para atraer a más turistas o para evitar boicots a productos israelíes. La lucha contra el BDS representa un componente central en la seguridad nacional de Israel”.