“En lugar de buscar la verdad, Amnistía se hace eco de las mismas mentiras que comparten las organizaciones terroristas”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, a raíz del informe de la organización con sede en Londres que acusa a Israel de apartheid.
Cabe preguntarse si su comentario se refería también a la Autoridad Palestina, que bajo el liderazgo de Mahmoud Abbas ha desempeñado un papel clave en la difusión de propaganda falsa contra Israel y lidera una campaña de persecución legal internacional contra Jerusalén, y que elogió el informe de Amnistía y lo utilizó para instar a las Naciones Unidas a imponer sanciones al Estado judío.
No tiene sentido justificar nuestra posición ante aquellos cuyos motivos no están necesariamente impulsados por la búsqueda de la verdad y la justicia. Sus críticas venenosas contra nosotros deberían verse más bien como una oportunidad para ver con quién podemos trabajar y hacer firmes nuestras convicciones.
Ni siquiera una semana después del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, Amnistía Británica nos mostró lo que es el antisemitismo moderno, el que se disfraza de búsqueda de los derechos humanos y la justicia, el que se esfuerza por negar al pueblo judío el derecho a la autodeterminación y el que aplica un doble rasero sólo a Israel.
El título del informe no deja lugar a dudas sobre lo que pretende Amnistía. “El apartheid de Israel contra los palestinos: Sistema cruel de dominación y crimen contra la humanidad”. Y para que no haya dudas, pide explícitamente a la Corte Penal Internacional que investigue estos supuestos crímenes de apartheid, y a las naciones del mundo que procesen a “los autores de la violencia”.
El ex primer ministro británico Tony Blair dijo una vez que muchos de los que deslegitiman a Israel lo negarán con vehemencia. Afirmarán que sus comentarios son una crítica legítima a Israel, cuyas acciones consideran violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional. Este es también el caso del informe de Amnistía.
Israel libra muchas luchas, constantemente, en diversos ámbitos, la mayor de las cuales es la lucha por la verdad. Las acusaciones contra él cambian, se transforman, se transforman, pero su propósito es el mismo: desafiar la legitimidad del Estado judío.
El general (res.) Yitzhak Brick lo expresó muy bien cuando dijo que la confianza en la rectitud de nuestro camino es la piedra angular y el fundamento de la fuerza y el éxito de nuestro Estado.
Ante los comentarios críticos, debemos recordar que las Fuerzas de Defensa de Israel son el ejército más moral del mundo, que Israel es un Estado democrático de derecho y que está comprometido con el derecho internacional y los valores de los derechos humanos.
Este compromiso está arraigado en su carácter, valores, instituciones y mecanismos. Está arraigado en la educación y los valores. Somos firmes, pero cuando es necesario, corregimos el rumbo. No necesitamos sermones sobre moralidad ni intervención judicial externa. Cualquiera que se preocupe de verdad por los derechos humanos y el derecho internacional haría mejor en dirigir su atención a los lugares que realmente los necesitan.