El mes pasado, una nueva Comisión de Investigación de las Naciones Unidas publicó su primer informe sobre las violaciones de derechos humanos cometidas por israelíes y palestinos. Aunque el informe condena a Israel por no tener “ninguna intención de poner fin a la ocupación” y “tener políticas claras para garantizar el control total del territorio palestino ocupado”, los autores no hacen ningún intento serio de documentar los crímenes de guerra cometidos por las organizaciones militantes dirigidas por Hamás, como el uso de escudos humanos y de niños soldados.
Esto no es sólo un descuido. Sé por experiencia que los investigadores de la ONU tienen dificultades para procesar la información que apunta a la mala conducta de las facciones armadas palestinas.
Hace cuatro años, un equipo de la ONU que investigaba las violentas protestas de Gaza de 2018-2019 me entrevistó para hablar de mi investigación. El equipo estaba examinando el papel de las organizaciones militantes palestinas en el fomento de los disturbios, comúnmente conocidos como la Gran Marcha del Retorno.
El investigador principal me interrogó sobre una serie de temas relacionados con los disturbios, como la forma en que obtuve pruebas de la actividad terrorista en la frontera de Gaza y mi opinión sobre la participación de las organizaciones militantes palestinas en las protestas de Gaza. Mis pruebas procedían de varios canales de fuente abierta, y eran convincentes: Hamás y grupos militantes afines, como la Yihad Islámica Palestina (YIP), estaban orquestando ataques en la valla de seguridad entre Israel y Gaza bajo la apariencia de protestas civiles.
Los investigadores de la ONU entrevistaron a participantes de ambos lados del conflicto, así como a analistas independientes. Obtuvieron miles de documentos. Sin embargo, su informe final de 2019 no decía casi nada sobre el papel de Hamás y otros militantes en la orquestación de los disturbios que tenían como objetivo las tropas e instalaciones israelíes. En su lugar, el informe se centró en las respuestas de Israel sin explicar que la actividad de los militantes dirigidos por Hamás fue la principal responsable de estimular los enfrentamientos.
La ONU está investigando ahora de nuevo, y está volviendo a las andadas. El informe del mes pasado de la nueva Comisión de Investigación vuelve a omitir pruebas claras de los crímenes de guerra cometidos por Hamás y otras organizaciones palestinas durante el conflicto del año pasado en Gaza.
Por ejemplo, Hamás admitió haber utilizado a civiles palestinos como escudos humanos. En una entrevista realizada en diciembre de 2021, Abu Khaled, miembro anglófono de Hamás, reconoció que la organización utilizaba túneles construidos bajo infraestructuras civiles para lanzar cohetes contra Israel. Khaled justificó esta práctica ilegal como la única forma de “asegurar un futuro mejor para nuestros hijos”.
Además, Hamás y otros grupos militantes se han cuidado de editar las infraestructuras civiles que de otro modo podrían ser visibles en sus vídeos de propaganda. Por lo general, este tipo de publicaciones muestran cohetes precipitándose hacia su objetivo sin revelar el lugar del lanzamiento. Sin embargo, otras publicaciones grabadas por residentes de Gaza demuestran claramente que los grupos terroristas palestinos construyeron y utilizaron emplazamientos de cohetes adyacentes a infraestructuras civiles. En un caso, durante el conflicto de 2021, el Organismo de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) descubrió el pozo de un túnel utilizado por militantes palestinos bajo una de sus instalaciones.
El informe de la ONU tampoco menciona el empleo por parte de los grupos militantes palestinos de menores como soldados de a pie. Durante el conflicto de 2021, Khaled al-Qanoua, un joven de 17 años miembro de las Brigadas Mujahideen, una organización terrorista extranjera designada por Estados Unidos, murió luchando contra las fuerzas israelíes. Según un comunicado de las Brigadas Muyahidín, Qanoua murió mientras “cumplía el deber de la yihad”.
La falta de información sobre Qanuoa no es un incidente aislado. El 11 de mayo de 2021, Muhammed Suleiman, de trece años, y su padre, Ibrahim Suleiman, comandante de Hamás, murieron durante el conflicto entre Israel y Gaza. Un informe del Centro de Información de Inteligencia y Terrorismo Meir Amit publicó pruebas que demostraban que Muhammed era miembro del ala militar de Hamás.
El informe de la ONU de 2019 incurrió en omisiones similares. Enumeró a los menores palestinos que perdieron la vida, pero no mencionó su pertenencia a organizaciones terroristas. Por ejemplo, Ahmed al-Shaar, miembro de la Yihad Islámica Palestina, aparecía en el sitio web de esa organización como uno de sus miembros muertos por Israel durante la violencia de 2018, pero el informe de la ONU no señalaba su pertenencia a un grupo militante.
La Comisión de Investigación establecida por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU debe hacer un mejor trabajo para incluir los datos clave que están disponibles públicamente sobre las organizaciones militantes dirigidas por Hamás. La incorporación de un experto reconocido en militancia palestina podría mitigar posibles descuidos y añadiría más credibilidad a los informes de la ONU sobre el conflicto palestino-israelí.
No se puede esperar que la ONU publique un informe completo sobre el conflicto árabe-israelí si falta información específica sobre los principales actores del conflicto, en este caso, los grupos militantes dirigidos por Hamás.