Por segunda vez en una década, Estados Unidos se ha retirado de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y la decisión no ha llegado demasiado pronto. Aunque fue fundada con el espíritu esperanzador del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial para promover la paz, la educación, la ciencia y la cultura, desde hace tiempo se ha desviado de esos objetivos fundamentales.
Hoy en día, UNESCO es más conocida por su politización y su reiterada alineación con agendas contrarias a Israel que por cualquier aporte significativo al progreso global. Estados Unidos actuó con acierto al desvincularse, y conviene recordar al mundo las razones de fondo.