Después de que el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, hiciera declaraciones sobre “la sangre judía de Hitler” y culpara a los judíos de ser “los peores antisemitas”, el intercambio verbal y escrito entre Israel y Rusia se intensificó rápidamente.
El primer ministro Naftali Bennett, el presidente Isaac Herzog, el ministro de Asuntos Exteriores Yair Lapid, el jefe de Yad Vashem Dani Dayan y muchos líderes políticos y de la sociedad civil israelíes expresaron su indignación por las palabras de Lavrov, incluso mientras el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso seguía echando aceite al fuego y emitiendo declaraciones sobre que Israel “apoya a los neonazis” en Ucrania y a los “mercenarios israelíes que luchan con el Batallón Azov”.
El presidente ruso Vladimir Putin, que durante años mantuvo estrechos lazos con Israel, aún no ha reaccionado [al cierre de esta edición, aún no lo había hecho] a esta disputa pública. Sin embargo, incluso antes de las declaraciones de Lavrov, las tensiones entre Moscú y Jerusalén iban en aumento.
La semana pasada, el embajador israelí en Rusia, Alexander Ben Zvi, fue convocado al Ministerio de Asuntos Exteriores en la plaza Smolenskaya después de que Michael Brodsky, embajador de Israel en Ucrania, sugiriera que algunas calles de Kiev fueran rebautizadas con el nombre de ucranianos justos que salvaron a los judíos durante el Holocausto. Antes de ese incidente, Rusia reprendió duramente a Lapid por denunciar los crímenes de guerra rusos en Ucrania y por votar a favor de la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Durante los últimos meses, Israel ha sido uno de los pocos países occidentales que no impuso sanciones a Rusia y se abstuvo de vender armas a Ucrania. Bennett, a diferencia de Lapid, nunca condenó públicamente a Rusia por lanzar una guerra en Ucrania.
El miércoles, Valentina Matviyenko, la presidenta del Consejo de la Federación de Rusia, envió una carta conciliadora al presidente de la Knesset, Mickey Levy, en la que se refutan ligeramente las recientes declaraciones escandalosas de Lavrov. Pero hasta ahora no ha habido disculpas formales por parte de Lavrov.
¿Cómo se verá afectado el acto de equilibrio de Israel por la reciente disputa sobre las declaraciones de Lavrov, y cuáles son las posibilidades de que Rusia ajuste cuentas con Israel en Siria, Irán o Gaza?
La carta palestina
Durante las últimas semanas, mientras las relaciones entre Israel y Rusia se volvían más tensas, el volumen de comunicación entre Moscú y diversas facciones palestinas no dejaba de crecer. Primero se produjo una llamada entre Putin y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y después Lavrov inició una conversación con el alto dirigente de Hamás, Ismail Haniyeh. El miércoles, una delegación de Hamás encabezada por el veterano dirigente Musa Abu Marzouk visitó Moscú.
Aunque la Hermandad Musulmana están en la lista rusa de organizaciones terroristas, Hamás -una rama de la Hermandad Musulmana que ha llevado a cabo cientos de ataques terroristas contra civiles israelíes- no lo está. Las relaciones entre Moscú y Hamás se iniciaron en 2006, poco después de que Hamás ganara las elecciones parlamentarias en la AP.
Durante los últimos años, el conflicto palestino-israelí no ha estado en el centro de la atención rusa. ¿Qué posibilidades hay de que Moscú impulse sus relaciones con Al Fatah -el partido gobernante en la AP- o con Hamás ahora que su irritación con Israel va en aumento y la situación en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este es volátil?
Abbas Gallyamov, analista político independiente y antiguo redactor de discursos de Putin, cree que inicialmente no había ningún plan para socavar las relaciones con Israel.
“Lavrov podría emitir una disculpa después de ese incidente, y eso sería el final. Pero el estilo político del Kremlin se basa en una lógica criminal: siempre tienen razón, y asumir un error, reconocer que se cometió un error, es un signo de debilidad”, dijo a The Media Line.
“Si Israel insiste en su posición y Rusia defiende ferozmente sus puntos de vista, existe la posibilidad de que se deterioren las relaciones. Moscú podría activar a Irán, Siria o Hamás, sin tener en cuenta el resultado. Ese es el problema: Putin nunca considera ni evalúa las consecuencias. Está ansioso por unirse a cualquier lucha para salir como ganador”, dijo Gallyamov.
El escenario sirio
Desde el comienzo de la participación rusa en Siria, Israel se ha mostrado cauteloso a la hora de emitir cualquier crítica dirigida a Moscú, por temor a que el Kremlin opte por tomar represalias y objetar con más dureza la actividad militar israelí sobre el cielo sirio.
Alexander Baunov, un analista político ruso que anteriormente se desempeñó como diplomático y miembro de alto rango en el centro de pensamiento Carnegie Moscow Center que se vio obligado a cerrar el mes pasado, dijo a The Media Line que, en las condiciones actuales, mientras Rusia está comprometida en la guerra en Ucrania, “un cambio de rumbo en Siria no vendrá sin costos”.
“Puedo imaginar que, en el caso de una escalada, Rusia podría replantearse su política sobre la actividad de Israel en los cielos de Siria y tratar de impedir que Israel lleve a cabo algunas formas de acción allí. Sin embargo, me parece que la maquinaria militar rusa no está a la altura en estos momentos. En este caso, tendrían que reforzar la seguridad en Siria, mientras que actualmente, Rusia está trasladando algunas fuerzas de Siria al frente en Ucrania”, dijo Baunov.
Gallyamov sugiere que Rusia también tendría mucho que perder con el deterioro de las relaciones con Israel sobre Siria.
“Los intereses de seguridad de Israel en Siria son conocidos, y tiene mucho que perder. Pero Rusia también podría perder en este terreno, aunque actúa como si este tipo de escenario fuera imposible. De hecho, Rusia también es vulnerable; sus sistemas de armas -como podemos ver ahora- son menos que perfectos”, dijo.
“Teóricamente, Rusia no debería estar interesada en aumentar el número de sus enemigos, pero aun así, su lógica, que se originó en el enfrentamiento criminal de los años 90 [cuando tras la desintegración de la URSS el país estaba al borde del colapso] no le permite mostrar debilidad. Actúa como un saboteador, y un saboteador nunca es un líder. Por cierto, si Israel cambiara su política respecto a Rusia a pesar de sus temores respecto a la actividad rusa en Siria, podría ser bien apreciado por Estados Unidos”, dijo Gallyamov.
Según Baunov, desde el comienzo de la invasión de Ucrania, la división entre Occidente y el “no Occidente” se ha hecho más clara.
“Los dirigentes [de Moscú] se han autocalificado como una vanguardia del no-occidente que libra una guerra contra Occidente. Israel es definitivamente una parte del mundo occidental, y cuando tenga que elegir, elegirá a Occidente. Al mismo tiempo, los iraníes y algunos árabes no están afiliados a Occidente. La dicotomía es clara, y por eso Rusia podría inclinarse ahora más hacia estos actores no occidentales que hacia Israel”, dijo el experto.
¿Armas israelíes a Ucrania o armas rusas a Irán?
A pesar de algunas informaciones aparecidas en los periódicos israelíes, todavía es prematuro concluir que Israel romperá su tabú y venderá armas de última generación a Ucrania. ¿Cómo reaccionaría Rusia si eso ocurre?
“No se centran en las consecuencias. ¿Qué pasará si Israel empieza a suministrar a los ucranianos la Cúpula de Hierro? Están ahuyentando este pensamiento. Y la Cúpula de Hierro podría ser la gota que colme el vaso y cambie el curso de los acontecimientos en Ucrania”, dijo Gallyamov, quien, al igual que muchos expertos, confía en que el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro de Israel podría cambiar las reglas del juego en Ucrania.
Al mismo tiempo, a Israel le preocupa que Rusia pueda suministrar sistemas de armamento avanzados a Irán, especialmente si la República Islámica vuelve al acuerdo nuclear con Estados Unidos y se libera de algunas sanciones.
Aunque el actual incidente con las escandalosas declaraciones de Lavrov está lejos de haber terminado, otros acontecimientos pueden ensombrecer pronto la ya tensa relación.
Muchas ciudades de Israel han cancelado las celebraciones del Día de la Victoria del 9 de mayo, en las que se conmemora la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi -un asunto especialmente sensible para Moscú-, y el destino de la iglesia Alexander Nevsky de Jerusalén, cuya propiedad reclama Rusia, sigue sin decidirse.
Lo que está claro es que el distanciamiento entre los dos países, que tradicionalmente han pertenecido a bandos diferentes, aumentará y las tensiones seguirán creciendo, desestabilizando aún más Oriente Medio.