El punto de partida para examinar la continuación del conflicto entre EE. UU. e Irán debe tener en cuenta que la respuesta inicial iraní al asesinato de Qassem Soleimani no es necesariamente la definitiva. Por el contrario, podemos asumir que el régimen iraní quiere ganar tiempo para examinar las alternativas al cumplimiento de su promesa de infligir un serio castigo a Estados Unidos.
Los dirigentes de Irán están comprometidos con ello. El asesinato de una personalidad tan importante y conocida en Irán y en el campo chiíta en su conjunto; el golpe a los cimientos de la estrategia regional de Irán, de la que Soleimani fue uno de los principales arquitectos; la necesidad de renovar el fortalecimiento de la capacidad de disuasión de la República Islámica, para evitar nuevos golpes a sus dirigentes y sus emplazamientos estratégicos, y demostrar que también es capaz de asestar un duro golpe a sus enemigos; y la humillación del régimen iraní como resultado del asesinato, todo ello exige que los iraníes examinen la posibilidad de infligir un golpe tan duro como sea posible contra los Estados Unidos y sus aliados.
Este examen también podría concluir que la opción de tal golpe implica riesgos considerables y que sería mejor renunciar a ella, y hay varios signos de que ese es realmente el enfoque de Irán. Sin embargo, esa conclusión socavaría gravemente la capacidad de disuasión de Irán y es probable que invite a los Estados Unidos a dar respuestas adicionales en el futuro.
El lanzamiento de misiles iraníes contra las bases estadounidenses en Irak después del asesinato de Soleimani, con resultados mínimos, tiene que ser percibido por los rivales de Irán como un signo de debilidad más que de fuerza. En ese sentido, el régimen iraní se enfrentará a varios obstáculos importantes que probablemente afectarán a la naturaleza de su respuesta.
En primer lugar, Estados Unidos disfruta de una clara superioridad estratégico-militar con respecto a Irán. Esta superioridad puede disuadir a Teherán de tomar represalias de gran alcance, impedir el intento de atacar a Estados Unidos e incurrir en un duro golpe de represalia, si no se disuade a la República Islámica.
Aunque Irán ha desarrollado un concepto de combate asimétrico, que tiene por objeto proporcionarle herramientas en sus intentos de tratar con países más poderosos, este concepto todavía tiene que ser puesto a prueba en un conflicto a gran escala con los Estados Unidos. Mientras tanto, Teherán hace hincapié en que no quiere un conflicto de este tipo con Washington, pero también advierte que el lanzamiento de los misiles no es el final de la historia, y que continuará en sus intentos de retirar las fuerzas estadounidenses del Medio Oriente.
Además, hasta el asesinato parecía que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue disuadido de tomar medidas militares contra Irán, y se conformó con ejercer presiones económicas. El asesinato de Soleimani, el ataque contra cinco objetivos de la milicia chiíta pro iraní en Irak y Siria antes de su asesinato, la amenaza de Trump de alcanzar 52 objetivos en Irán y la continua y fuerte presión económica están creando una dimensión renovada y reforzada de la disuasión estadounidense contra Irán.
En segundo lugar, es probable que Israel sea otro objetivo de la campaña de represalias de Irán. Pero los iraníes deben recordar que Israel ha alcanzado docenas de objetivos iraníes y chiítas en Siria e Irak sin que Teherán se haya atrevido a responder – con la excepción de unos pocos intentos fallidos – en reconocimiento de la superioridad aérea de Israel. Aunque Irán tiene una considerable capacidad de disuasión contra Israel, basada en sus enormes sistemas de misiles y en los de Hezbolá y las milicias chiítas, utilizar esos sistemas contra Israel significa la guerra, y en ese caso Irán tiene que tener en cuenta dos riesgos graves: que Estados Unidos ayude a Israel, y que Israel también explote la confrontación para atacar los emplazamientos nucleares de Irán.
En tercer lugar, el acuerdo nuclear con Irán ya no está en vigor. Las posibilidades de que se celebren conversaciones entre Teherán y Washington para renovar y enmendar el tratado eran escasas antes, y han disminuido aún más después del asesinato de Soleimani. Irán, en efecto, ha eliminado todas las restricciones impuestas a su programa nuclear por el acuerdo. Si Teherán decide explotar esta situación para hacer una “fuga” de armas nucleares con el fin de reforzar su disuasión contra Estados Unidos e Israel, tendría que tomar en consideración una vez más que Israel o Estados Unidos podrían atacar sus instalaciones nucleares. Irán sabe que Israel está buscando una justificación y una buena oportunidad para asestar ese golpe.
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(crédito de la foto: REUTERS)
Cuarto, Irán no tiene aliados reales. El único aliado que lo respalda es Siria, bajo el régimen del difunto presidente Hafez Assad. Sin embargo, en el último decenio Siria ha sido incapaz de ayudar a Irán después de perder su poder militar, y necesita una asistencia integral. Rusia mantiene estrechos vínculos con Irán, principalmente en las esferas económica, militar y nuclear. Pero Rusia e Irán no son aliados. Ambos compiten fuertemente por hacerse cargo de la rehabilitación de Siria, y Rusia tampoco ayudó a Irán frente a los ataques israelíes contra los objetivos iraníes y chiítas en Siria en los últimos años.
Y, en quinto lugar, Irán se encuentra ahora en un período difícil a nivel interno y regional. Desde mediados de noviembre, Irán ha estado sufriendo una ola de manifestaciones -entre las más duras que ha experimentado desde la Revolución Islámica- debido a su tambaleante situación económica, que se ha deteriorado aún más a raíz de las sanciones impuestas por la administración Trump.
El motivo directo de las manifestaciones fue el aumento de los precios del petróleo, pero también han adquirido un aspecto político: las masas en las calles coreaban “Muerte al traidor”, en referencia al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Al mismo tiempo, también se están llevando a cabo violentas manifestaciones masivas en Irak y Líbano – dos países en los que Irán está muy interesado debido al dominio chiíta en sus poblaciones – y en ambos países hay una demanda para eliminar la presencia e influencia iraní en el país. Estas olas de manifestaciones preocupan al régimen de Irán, y harán difícil que se vea envuelto en un conflicto con los Estados Unidos y sus aliados al mismo tiempo.
Estos acontecimientos no son suficientes para reducir seriamente las dimensiones de la amenaza iraní contra Israel, que sigue siendo la mayor amenaza para el país, y no deben ser minimizados. Los enormes sistemas de misiles de que disponen Irán y Hezbolá seguirán constituyendo el principal impulso de esta amenaza, y si en el futuro Irán se lanza a la fabricación de armas nucleares -como aparentemente pretende hacer en una oportunidad adecuada- el peso de la amenaza aumentará hasta un nivel que nunca antes hemos experimentado.
Sin embargo, al examinar la conducta actual de Irán, podemos señalar estos importantes puntos débiles, que podrían ser explotados por los Estados Unidos e Israel en caso de una amenaza de Irán. Al mismo tiempo, desde el punto de vista de Irán, sus puntos débiles le obligan a ser muy cuidadoso, de modo que su respuesta, si llegara, no llevará a un conflicto importante con los Estados Unidos.