Los tres aviones no tripulados operados por el grupo terrorista Hezbolá que Israel derribó el sábado cuando se dirigían al yacimiento de gas natural de Karish no llevaban armas, sino un mensaje: que el representante respaldado por Irán está al tanto de la inestabilidad política en Jerusalén.
Las Fuerzas de Defensa de Israel derribaron las tres aeronaves antes de que alcanzaran su objetivo frente a la costa mediterránea y Hezbolá admitió posteriormente que las había enviado para realizar labores de “vigilancia”. Cuando sus restos cayeron al mar, el grupo terrorista ya había logrado su objetivo.
Recientemente, Hezbolá ha incrementado el uso de la fotografía con drones en su propaganda contra Israel. Esto incluye imágenes casi diarias de los trabajos que Israel ejecuta a lo largo de su frontera norte con Líbano. Hace tres meses un dron penetró en el espacio aéreo israelí, llegando hasta Tiberíades antes de ser detenido.
El jefe de Hezbolá, Hassan Nassrallah, considera la utilización de estos drones como una especie de contrapeso estratégico a la superioridad aérea regional de Israel. La Fuerza Aérea israelí opera libremente en el espacio aéreo libanés y, según informan los medios de comunicación extranjeros, incluso lanza ataques desde allí contra objetivos en Siria, acción que justifica en parte como necesaria para impedir el envío de armas a Hezbolá.
Aunque Hezbolá posee sistemas antiaéreos avanzados, se abstiene de apuntar a los aviones israelíes.
Para Hezbolá, volar drones en el espacio aéreo israelí es una respuesta legítima.
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Inicialmente, Hezbolá adoptó un enfoque pragmático en las conversaciones, sorprendiendo a Israel. El grupo terrorista dijo que defendería cualquier frontera establecida en las negociaciones, dejando el asunto en manos del gobierno libanés. Y fueron los oficiales del ejército libanés los que asistieron a las conversaciones, no los representantes militares de Hezbolá, más poderosamente armados.
Pero después de que una ronda inicial de conversaciones fuera cuesta abajo, Hezbolá se apartó de esa postura.
En las recientes elecciones libanesas, el grupo terrorista y sus aliados perdieron la mayoría parlamentaria y se enfrentaron a fuertes críticas dentro del país. Ha respondido alineándose con la actitud más beligerante de las figuras militares.
El yacimiento de gas de Karish, que se convirtió en el centro de atención el mes pasado después de que Israel trasladara allí un barco de perforación, lo que provocó fuertes protestas en el Líbano, representa una buena oportunidad para que el grupo terrorista se posicione como guardián del Líbano.
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Hezbolá también está leyendo la situación en Israel mientras el país se dirige a sus quintas elecciones en menos de cuatro años, con el primer ministro provisional, Yair Lapid, instalado apenas la semana pasada.
Ha elegido este momento para enviar un mensaje y sentar un precedente. Una estrategia similar podría verse desde la Franja de Gaza, cuando el grupo terrorista Hamás publicó la semana pasada un vídeo de uno de los civiles israelíes que mantiene cautivos, junto con la afirmación de que su salud se está deteriorando.
Tal vez, más que nada, el ataque con drones, que se produjo pocas horas antes de que Lapid hiciera su primera declaración pública como primer ministro el sábado por la noche, tenía como objetivo ganar valiosos puntos de publicidad en su país, en Líbano.