Los recientes acontecimientos diplomáticos entre Israel y Turquía, especialmente tras la detención de los Oknin y las declaraciones atribuidas al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, indican que las relaciones entre ambos países se están descongelando, con la ayuda de un tercer país, los Emiratos Árabes Unidos.
Los EAU han desempeñado y siguen desempeñando un papel muy crítico, por no decir decisivo, en la estabilización de la región, así como en la ayuda para que las relaciones entre Israel y Turquía vuelvan a ser lo que eran antes del asunto del Mármara en términos de seguridad, diplomacia y economía.
No es casualidad que los Emiratos Árabes Unidos, que tienen una de las economías más fuertes del mundo, hayan decidido ahora establecer un fondo dedicado a invertir en la maltrecha economía de Turquía. Los Emiratos han destinado más de 9.000 millones de dólares para mantener la estabilidad del gobierno turco, además de aumentar su propia participación en el mundo.
Los Emiratos Árabes, con sus impresionantes capacidades económicas, lleva unos años intentando imponer cierta influencia en Oriente Medio. Comenzó antes de que se firmaran los Acuerdos de Abraham, y éstos revelaron de hecho lo profundas que eran las relaciones entre ambos países y lo estrechamente que ya colaboraban en la coordinación estratégica, sobre todo en materia de seguridad. No es casualidad que el hombre elegido para desempeñar el importante papel de embajador emiratí en Israel fuera Mohamed Al Khaja, uno de los jóvenes más prometedores del mundo árabe y una de sus figuras más influyentes en sus relaciones diplomáticas.
En cuanto a los últimos acontecimientos, cabe destacar las relaciones entre los EAU y Siria. Recientemente, el ministro de Asuntos Exteriores emiratí, Abdullah bin Zayed al Nahyan, encabezó una delegación de altos funcionarios emiratíes que se reunió con el líder sirio Bashar Assad para discutir la ayuda que los EAU le prestarían para ayudar a Siria a salir de la crisis creada por su larga guerra.
Aunque la mayoría de los dirigentes árabes han cortado los lazos con Assad, la visita emiratí parece ser una especie de reconocimiento de su victoria y del debilitamiento de la oposición siria, que se opone al poder presidencial heredado y ha encontrado refugio en Turquía y en algunos Estados árabes. Assad fue el único gobernante árabe que sobrevivió a la Primavera Árabe de 2011, aunque fue necesaria la ayuda de Rusia e Irán y la participación activa de Hezbolá para mantenerlo en el poder.
Mientras tanto, en Jordania, después de que un alto funcionario emiratí visitara Ammán, el rey Abdullah accedió a hablar con Assad por teléfono una década después de que Jordania cortara sus lazos con Siria. Esto ocurrió cerca de una reunión entre Abdullah y el primer ministro Naftali Bennett en Ammán, e indica que la mayoría de los estados árabes parecen estar dispuestos a devolver a Siria a la Liga Árabe, de la que fue expulsada debido al trato brutal del régimen a los ciudadanos sirios.
Todos estos movimientos, tanto abiertos como entre bastidores, deberían traducirse en una mejora de las relaciones entre Israel y Turquía, bajo el liderazgo de los EAU. Comenzará con grandes inversiones económicas, pero muy pronto avanzará hacia cuestiones diplomáticas, y no me sorprendería que ya se estuviera planeando una cumbre entre los líderes de Israel, Turquía y los EAU.