En la década de 1960, los kurdos de Irak, que gozan de autonomía, formaron una alianza con Israel, entonces un joven Estado amenazado. Muchos pensaron que era cuestión de tiempo que la alianza desapareciera. Mientras tanto, los servicios de inteligencia y la dirección política de Israel identificaron la importancia de los vínculos estratégicos con los kurdos de Irak, Siria y Turquía.
Los kurdos entregaron la mercancía y superaron las pruebas que Israel les impuso, y a cambio recibieron generosas cantidades de dinero y conocimientos de defensa. Uno de los mayores éxitos de la historia del Mossad nunca habría tenido lugar si no hubieran prestado sus manos para ayudar a reclutar al piloto de caza iraquí Munir Rufa, que en 1966 se fue a Israel en un avión de combate ruso MIG-21, lo que dio a Israel una enorme ventaja en los pasillos del poder en Washington, que no había conseguido hacerse con el avión, considerado una maravilla tecnológica y cuyas capacidades preocupaban a los estadounidenses y a sus aliados.
Durante décadas, el petróleo ha estado fluyendo y llegando a Israel, con el conocimiento del gobierno iraquí, según informes extranjeros. Hace siete años, aquí en Israel, recibí a un empresario kurdo y a un miembro del parlamento. El propósito declarado de su visita era adquirir tecnologías agrícolas. De nuestras conversaciones se desprende que no solo veían a Israel como su socio, sino que también querían que la asociación fuera abierta.
El pueblo kurdo cuenta con unos 30 millones de personas y está repartido por varios países, siendo la mayor concentración la que vive en el norte de Irak y en la frontera con Siria, Irán y Turquía, todos ellos objeto de inmensos esfuerzos por parte de Israel. Algunos afirman que todas las acciones contra el programa nuclear iraní -con los dedos señalando a Israel- se están llevando a cabo por y con la ayuda de los kurdos. Israel fue el primer país del mundo en apoyar públicamente la independencia completa del pueblo kurdo en el norte de Irak tras el referéndum de la región del Kurdistán en 2017.
No hay duda de que los archivos de defensa y seguridad de Israel están llenos de material sobre las acciones de Israel y de los israelíes en el Kurdistán que todavía están clasificados. Hace solo cuatro años, el líder kurdo Masoud Barzani concedió una entrevista al periodista israelí Henrique Cymerman, y le habló de sus vínculos con Israel. Barzani incluso escribió una carta que pidió a Cymerman que entregara a altos funcionarios israelíes. Dentro de unos meses se publicará un nuevo libro que incluirá más información y revelaciones sobre las relaciones entre israelíes y kurdos.