En una entrevista con la televisión libanesa Al-Mayadeen, y con el adorado entrevistador Ghassan Ben Jeddou, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, se permitió escalar y elevar el nivel de sus amenazas contra Israel por las actividades de perforación petrolífera en aguas disputadas.
El jefe de la organización terrorista advirtió que no se permitiría a Israel perforar en el yacimiento de gas de Karish a menos que acordara una frontera marítima con Líbano, y que no se permitiría a él ni a las empresas extranjeras iniciar las perforaciones al mismo tiempo. También advirtió que si Israel comenzaba la producción, el asunto podría derivar en un conflicto ya en septiembre, y no descartó la posibilidad de una guerra total.
Hay dos maneras de entender las advertencias de Nasrallah. En primer lugar, como una mera fanfarronada, destinada a presionar a Israel para que acepte las marcas de la frontera marítima según las exigencias del Líbano. Para que Nasrallah pueda -entre otras cosas- reivindicar este logro si se consigue, y proclamar después que sólo sus amenazas podrían obligar a Israel a plegarse.
Esto enlaza bien con el hecho de que una parte importante de la entrevista se centró en rechazar las críticas contra Hezbolá y su líder. Dichas críticas aumentan cada día en el Líbano en vías de colapso, siendo la principal afirmación que Hezbolá es una organización terrorista que no considera el bien del país su prioridad número uno. En lugar de ayudar a poner fin a la crisis política y rehabilitar la economía, el grupo pretende iniciar una guerra con Israel. En su entrevista, Nasrallah insistió en que es un patriota del Líbano.

Sin embargo, hay otra posibilidad que no debe pasarse por alto, y es que Nasrallah se esté preparando para un enfrentamiento con Israel en relación con la extracción de petróleo. Si es así, según Nasrallah, habrá un conflicto militar limitado, que sólo reforzará su posición, y no se convertirá en una guerra total que él no desea.
¿Por qué le interesa a Nasrallah que el conflicto sea limitado? En la misma entrevista, dijo que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no quiere actualmente una guerra en Oriente Medio, e Israel probablemente obedecerá a Washington.
Pero también es posible que tenga otras y equivocadas razones para tal apreciación, ya que Israel se encuentra en medio de una crisis política y en un momento de transición gubernamental. El país está dirigido por el primer ministro Yair Lapid, una persona nueva e inexperta. Las Fuerzas de Defensa de Israel están demasiado preocupadas por el nombramiento de un nuevo jefe de Estado Mayor, que no asumirá sus funciones hasta enero. En resumen, si Nasrallah acaba atacando el campo de gas de Karish, no hay nadie en Israel en este momento para declarar la guerra.
Si ese es el caso, Nasrallah debería darse cuenta de que puede estar repitiendo los mismos errores de cálculo que le metieron en problemas en la guerra del Líbano de 2006. La misma guerra al final de la cual admitió que si hubiera sabido de antemano cómo reaccionaría Israel, nunca la habría iniciado. Debería saber que esta vez también está jugando con fuego.