Israel y Rusia mantienen una línea directa operativa para evitar incidentes no deseados en el área de Siria, donde Israel tiene como objetivo los activos sirios, iraníes y de Hezbolá.
Mantener esta línea de comunicación es vital porque los cielos de Siria están muy llenos. Las fuerzas aéreas israelíes, estadounidenses, rusas y sirias sobrevuelan regularmente esta área, las patrullas de la fuerza aérea turca sobre la frontera sirio-turca e Irán envía aviones de carga civil como parte de sus esfuerzos para contrabandear armas a Hezbolá en Líbano y Siria.
Es importante destacar que Israel no coordina sus operaciones en Siria con Rusia. Ni Moscú ni Jerusalén desean que Rusia reclame o sea considerada responsable de los ataques israelíes en suelo sirio. El mantenimiento de una línea directa operacional tiene como objetivo evitar que cualquiera de las partes cometa un error letal y provoque un conflicto, de ahí el nombre oficial de la línea directa: el canal de desconfianza.
Las acciones de Israel en Siria siempre han sido calculadas y prudentes, desde el momento en que comenzó a frustrar activamente los esfuerzos armamentistas de Hezbolá en 2012 y aún más desde 2015, cuando Rusia ingresó en la guerra civil siria para apuntalar el régimen del presidente Bashar Assad. Esto ha llevado a Israel a ejercer la máxima precaución al intensificar sus esfuerzos contra los intentos de Irán de atrincherarse militarmente en Siria, y la Fuerza Aérea israelí no ha escatimado esfuerzos para evitar comprometer las bases, equipos y armas rusas y evitar incluso la más mínima posibilidad de dañar a los soldados rusos desplegados en Siria.
Esto no ha sido una hazaña fácil, ya que en muchos casos las fuerzas rusas y sirias comparten bases y luchan una junto a la otra, e Israel ha dedicado considerables recursos de inteligencia para determinar la ubicación de los soldados rusos para que pueda mantener su compromiso con Rusia. El canal de coordinación altamente eficiente ha demostrado ser esencial para estos esfuerzos y el profesionalismo de los soldados israelíes y rusos de esta línea han contribuido en gran medida al hecho de que en los cientos de ataques que Israel ha llevado a cabo en Siria desde 2015, ni un solo soldado ruso fue herido.
El incidente del lunes, en el que un avión de reconocimiento ruso Ilyushin 20 fue derribado accidentalmente por fuego sirio a unos 35 kilómetros (22 millas) de la costa de Latakia cuando regresaba a una base rusa cercana, matando a los 15 tripulantes, fue realmente trágico.
Sin embargo, tal vez más que nada, refleja la falta de profesionalismo en las fuerzas sirias: el avión ruso no es en absoluto similar a los aviones israelíes utilizados para atacar objetivos sirios: es más grande y más lento que los aviones de combate, y como avión de reconocimiento, sus patrones de vuelo son diferentes.
Además, de acuerdo con el ejército israelí, los aviones de la Fuerza Aérea israelí estaban a salvo de nuevo en el espacio aéreo israelí en ese momento, por lo que los sirios tendrían que haber cometido un serio error al calcular el blanco del avión ruso. Si la experiencia no me hubiera enseñado a aceptar la estupidez como una mejor explicación que cualquier teoría de la conspiración, habría dicho que los sirios se dirigieron a un avión ruso para comprometer las relaciones entre Israel y Rusia. Las fuerzas sirias actuaron tan patéticamente que es difícil creer que este sea su nivel profesional real, pero ese parece ser el caso.
Ahora le corresponde a Israel convencer a los profesionales en Rusia de que actuó de buena fe y, como siempre, hizo todo lo que estaba a su alcance para evitar que cualquier daño sufriera un avión ruso, y que fue la negligencia de Siria la que causó esta tragedia.
La respuesta rusa, sin embargo, no será hecha por estos profesionales, sino por el presidente ruso, Vladimir Putin. Él, por su parte, podría tomar una decisión más informada cuando tenga toda la información, y Putin, debemos recordar, es un líder experimentado, que no dejará que la pena por la pérdida de la vida humana nuble su juicio.
La cuestión de la contribución respectiva y relativa de Israel, Rusia y Siria a la tragedia tendrá un impacto en la decisión de Putin, al igual que la explicación que se dará a las familias de las víctimas y la opinión pública rusa, que no toma en cuenta la pérdida de soldados rusos. Por estas razones, el diálogo con los rusos debe ser profesional, abierto y completamente honesto: Israel no tiene nada que ocultar y tampoco debe guardar ninguna información de Moscú.
Israel siempre ha tenido cuidado de mostrarle a Rusia, una potencia mundial, la debida deferencia operativa y diplomática en los años desde que intensificó su participación en el Medio Oriente y debe continuar haciéndolo. Aun así, no debemos perder de vista el hecho de que las operaciones de Israel en Siria intentan frustrar una amenaza sustancial en su contra, y los esfuerzos regionales de Irán deben cumplir con una contundente respuesta israelí.
Se debe hacer entender a Rusia que Israel no tolerará la presencia iraní en Siria, ni a los esfuerzos de la república islámica por armar a Hezbolá en el Líbano con armas revolucionarias, y le corresponde al gobierno israelí dejar eso en claro.
A Israel le puede resultar más difícil operar en Siria a partir de ahora; puede incluso tener que ejercer una mayor moderación, y sin duda tendrá que seguir mejorando el funcionamiento del canal de coordinación, pero no debemos confundirnos: la prevención de los esfuerzos iraníes para reforzar su control sobre la región sigue siendo la principal prioridad de Israel y le corresponde a la FDI llevar a cabo la política del gobierno en este asunto.