Enero de 2020. Hace un año. Fue el mes decisivo para detener la infección. Pero “durante todo el mes de enero”, Associated Press dijo que los funcionarios de la OMS se quejaron repetidamente de que las autoridades chinas no compartieron material sobre el virus y la epidemia. Pero se quejaron “en privado”, en comunicaciones internas, mientras que en público elogiaron al régimen chino.
No solo Associated Press. Los funcionarios taiwaneses advirtieron a la OMS ya el 31 de diciembre que vieron pruebas de que el virus del SARS-Cov2 podía transmitirse de persona a persona. Pero la agencia de la ONU, cediendo ante Beijing, ignoró a Taiwán. Y en una nota fechada el 14 de enero, la OMS explicó: “Las investigaciones preliminares llevadas a cabo por las autoridades chinas no han encontrado pruebas de transmisión de humano a humano”.
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Un año más tarde, en diciembre de 2020, la OMS llega a China para averiguar el origen de la pandemia. Pero, escribe el New York Times, la agencia de la ONU ha dado a los chinos las riendas de la investigación.
Era enero, dijimos, y sentado junto al presidente chino Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo de Beijing, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo: “Apreciamos la seriedad con la que China está tratando este brote y la transparencia que ha demostrado”.
¿Seriedad y transparencia? ¿Quiso decir censura y mentiras?
Para entonces, China había informado de más de 4.500 casos y más de 70 personas en otros países habían enfermado. Mientras tanto, más de 5 millones de personas habían abandonado o huido de Wuhan, incluyendo al paciente que es el primer caso confirmado del virus en los Estados Unidos.
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Tedros fue una elección controvertida. En Etiopía fue Ministro de Salud (2005-12) y Ministro de Relaciones Exteriores (2012-16). En esos años, China invirtió en Etiopía y le prestó miles de millones de dólares. El 20 de febrero, en la Conferencia de Seguridad de Munich, Tedros volvió a rendir homenaje a Beijing, afirmando que “China ha ganado tiempo para el mundo”.
El 23 de enero, el comité de emergencia de la OMS se dividió sobre si declarar a Covid como una emergencia sanitaria. Tedros eligió esperar. El virus ya se había propagado a varios países y hacer tal declaración habría permitido al mundo prepararse mejor.
Una semana después se vio obligado por las pruebas a declarar una emergencia. Pero para entonces, los casos confirmados de Covid se habían multiplicado por diez. Y todo este tiempo la OMS ha estado pidiendo a los países europeos que dejen abiertos los vuelos hacia y desde China.
Donald Trump tenía razón acerca de la OMS, llamándola una “marioneta de China”.
No solo eso, sino que Taiwán, que ha tenido mucho éxito en detener la epidemia, no puede hablar de ello en las reuniones de la OMS. China se pondría furiosa. La OMS no declararía el coronavirus como pandemia hasta el 11 de marzo. Pero en ese momento el recuento oficial de casos en todo el mundo era de 118.000 personas en 114 países. Estaba fuera de control.
El brote en curso ofrecerá muchas lecciones sobre lo que hay que hacer para salvar más vidas y hacer menos daño económico durante la próxima pandemia. Pero ya hay una forma de asegurar que las futuras pandemias sean menos mortales: abolir la Organización Mundial de la Salud.