La campeona europea de ajedrez infantil, la colegiala de 7 años Liel Levitan, fue excluida recientemente de competir en una compeonato internacional de ajedrez programada para Túnez en 2019. ¿La razón? Liel es israelí y Túnez no permite que los israelíes entren al país. La Federación Mundial de Ajedrez dice que podría prohibir a Túnez ser el anfitrión del evento si impide que los israelíes participen, pero no se ha tomado una decisión final.
Esta no es la primera vez que un país árabe que organiza un evento deportivo internacional y discrimina a los israelíes. Hace unos meses, Arabia Saudita se negó a emitir visas para los jugadores de ajedrez israelíes para una competencia internacional de ajedrez celebrada en el conservador reino árabe.
A principios de 2018, Túnez impidió que un equipo israelí de taekwondo participara en el campeonato mundial juvenil celebrado allí. En octubre de 2017, los Emiratos Árabes Unidos organizaron una competencia internacional de judo. En flagrante violación de las normas internacionales, el himno nacional de Israel «Hatikvah» y la bandera de Israel con la Estrella de David fueron prohibidos por los anfitriones árabes. El presidente de la Federación Internacional de Judo, Marius Vizer, respondió diciendo: «Considero que incluso sin la bandera y el himno de Israel, su equipo había sido tratado muy bien con gran respeto durante este evento».
Valga decir que este comportamiento vergonzoso no habría sido tolerado si se dirigiera a cualquier otro país que no sea Israel.
Los eventos deportivos internacionales siempre han proclamado ser símbolos universales de la unidad humana y la coexistencia pacífica. Se esperaba que los adversarios dejaran de lado sus desacuerdos políticos. Durante los últimos Juegos Olímpicos de Invierno, el famoso espíritu olímpico de paz incluso logró unir temporalmente a enemigos implacables como Corea del Norte y Corea del Sur bajo una sola bandera.
Sin embargo, la oposición árabe y musulmana generalizada contra la existencia de Israel ha sido tolerada durante décadas en los asuntos internacionales. En violación de las normas universales del deporte, los países árabes que organizan torneos internacionales utilizan cada vez más el deporte como arma política para boicotear y prohibir que Israel asista. La razón principal por la que se permite que esta práctica persista es su aceptación tácita por gran parte de la comunidad internacional.
El Estado judío, que se encuentra geográficamente en Asia, ha jugado durante décadas juegos de fútbol de la FIFA en el grupo europeo. La razón es simple: la mayoría de los países árabes y musulmanes aún se niegan a jugar contra los equipos de fútbol israelíes. En 1974, la Confederación Asiática de Fútbol expulsó a Israel como miembro después de una resolución iniciada por Kuwait. Para competir en eventos internacionales de fútbol, Israel fue admitido en 1992 como miembro asociado de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol.
Ya en diciembre de 1945, la Liga Árabe adoptó un boicot contra Yishuv, la comunidad judía preestatal en la Tierra de Israel. Este amplio boicot árabe se intensificó después del restablecimiento de Israel y especialmente después del embargo petrolero de la OPEP en 1973.
Como resultado, Israel estuvo económica y políticamente aislado en el mundo durante décadas. El final de la Guerra Fría y el surgimiento de Israel como potencia económica y tecnológica terminaron en gran parte con esta discriminación anti-Israel. En pocas palabras, la nación de nueva creación judía se había vuelto demasiado valiosa para ser boicoteada en las esferas de las tecnologías y el comercio de vanguardia. Esto explica por qué BDS ha fracasado en gran medida para aislar económicamente a Israel. Sin embargo, cuando se trata de deportes, Israel es un peso ligero que todavía se considera prescindible para evitar tensiones con el influyente mundo musulmán.
El boicot deportivo dirigido por los árabes contra Israel se extiende más allá del Medio Oriente. En 2009, la ciudad sueca de Malmö intentó cancelar un partido de tenis de la Copa Davis entre Israel y Suecia. El ex alcalde de la ciudad, Ilmar Reepalu, no quiso estrechar la mano de los atletas israelíes. Una gran población musulmana en crecimiento ha convertido a esta ciudad pacífica sueca en un terreno fértil para las políticas anti-Israel.
La Copa Mundial de la FIFA es uno de los eventos deportivos más grandes del mundo. En 2022, Qatar acogerá este prestigioso torneo deportivo internacional. Qatar tiene estrechos vínculos con la organización terrorista Hamás y no tiene relaciones diplomáticas con Israel. Si el equipo de fútbol israelí logra clasificarse para el torneo, ¿se le prohibirá al Estado judío participar? ¿Cómo reaccionará la comunidad internacional? Sólo el tiempo dirá.
Los boicots deportivos árabes contra Israel no son nuevos. Sin embargo, la creciente tendencia de permitir a los Estados árabes con políticas antisemitas de organizar eventos deportivos internacionales debería interesar a todas las personas decentes que realmente creen en la deportividad y la igualdad humana.
* Mientras tanto, una iniciativa de Lior Aizenberg, un jugador de ajedrez israelí, junto con la organización Stand With Us, está en marcha para contrarrestar el boicot. Han fundado el Campeonato Mundial Alternativo, invitando a los mejores jugadores de ajedrez de todo el mundo a competir en Israel y también a Liel de 7 años para mostrar su increíble talento. Siga el enlace para ayudarlos con la iniciativa.