El presidente turco Recep Tayyip Erdogan sigue refiriéndose cada vez más a lugares fuera de Turquía como “nuestras tierras”. En su declaración tras la reunión del gabinete presidencial del 20 de noviembre, Erdogan afirmó:
“Karabaj [en el Cáucaso Sur] ocupa en nuestros corazones el mismo lugar que Gaza. Al igual que no distinguimos entre Bosnia y Alepo [en Siria]; Trípoli [en Libia]; Balkh [en Afganistán]; Salónica [en Grecia] y Mosul [en Irak], vemos nuestras propias ciudades antiguas y Jerusalén como lo mismo”.
“Karabaj” es la República armenia de Artsaj, actualmente ocupada por Azerbaiyán después de que éste -con la ayuda de Turquía- se apoderara de ella en septiembre tras un genocidio contra los armenios autóctonos de allí, que duró de 2020 a 2023.
El 17 de noviembre, Erdogan volvió a anunciar los objetivos expansionistas de su gobierno. “Quien diga «No nos importan Siria, Irak, Karabaj, Libia, Bosnia y Jerusalén» está impidiendo, intencionadamente o no, la gran marcha de Turquía”, declaró.
El 28 de octubre, en una manifestación de condena de la guerra de Israel contra Hamás, dijo también que hace un siglo Gaza era lo que Adana [ciudad de Turquía] era para los turcos:
“Edirne [en Turquía] era lo mismo [para nosotros] que Skopje [ciudad de la Antigua República Yugoslava de Macedonia]; Kırklareli [en Turquía] era lo mismo que Salónica [en Grecia]; Mardin [en Turquía] era lo mismo que Mosul [en Irak]; y Gaziantep [en Turquía] que Alepo [en Siria]. Al igual que Gaza, todas ellas formaban parte de nuestra patria, que creíamos inseparable de nosotros. Mira en lo que nos hemos convertido ahora”.
“Ellos [Occidente] desgraciadamente separaron a la nación turca de todas estas tierras que les pertenecen [a los turcos] tanto como su sangre, su vida y su amor. No solo nos separaron [de esas ciudades] físicamente; también utilizaron todo tipo de trucos para apartarlas de nuestros corazones y mentes”.
Las ciudades de Turquía a las que se refería Erdogan (como Edirne, Adana, Kirklareli, Mardin y Antep) fueron construidas y enriquecidas por griegos, armenios, asirios y otros pueblos nativos hace miles de años. Posteriormente, estas ciudades fueron barridas de sus residentes cristianos nativos como resultado de siglos de opresión islámica que culminaron en el genocidio de 1913-23 en la Turquía otomana.
Mientras tanto, los medios de comunicación turcos siguen afirmando falsa y repetidamente que “152 islas e islotes griegos del Egeo pertenecen a Turquía”. Estas islas pertenecen histórica y legalmente (principalmente a través del Tratado de Lausana de 1924, los Acuerdos Turco-Italianos de 1932 y el Tratado de París de 1947) a Grecia.
En octubre, los medios de comunicación griegos informaron de que Turquía se había anexionado un islote griego del Egeo (Zourafa, o Ladoxera).
Según los medios turcos, Turquía envió un “notam” [aviso a los aviadores] en el que informaba de que “la región [aguas que rodean Zourafa] donde el ejército turco inició recientemente un simulacro está bajo soberanía de Turquía”.
El gobierno de Turquía lleva al menos cinco años amenazando con invadir y anexionarse las islas griegas del mar Egeo.
Mientras tanto, las tropas turcas siguen violando la zona tampón controlada por la ONU en la República de Chipre, cuyo 36% ocupa ilegalmente el ejército turco desde 1974. Los medios de comunicación chipriotas informaron de que el 27 de noviembre “unos 40 soldados turcos entraron en una residencia de dos plantas [en la zona tampón]… El alcalde de Agios Dometios, Kostas Petrou, declaró que “ha habido una intensa actividad en la zona por parte del ejército turco durante aproximadamente un mes y medio….”.
El expansionismo territorial es aparentemente una parte importante de la agenda de política exterior del gobierno de Erdogan. Por desgracia, el islam político es una ideología de conquista y dominio.
Desde su creación en Arabia en el siglo VII, el islam se ha extendido por todo el mundo por medio de la espada. Según la ley islámica, el mundo entero está dividido en el “dar al-Islam” (territorio de sumisión a Alá – la palabra “Islam” significa “sumisión” en árabe), que denota las regiones donde prevalece el Islam, y el “dar al-harb” (territorio de guerra), que se refiere a las tierras no musulmanas, aún por conquistar.
Los islamistas creen que una vez que una tierra ha caído bajo la ocupación y el colonialismo islámicos, la tierra conquistada es islámica para siempre. La ciudad griega de Salónica, por ejemplo, estuvo bajo ocupación musulmana otomana. Según el sitio web oficial del Ayuntamiento de Salónica, mientras estuvo bajo dominio otomano (1430-1912), casi todas las iglesias, parroquias y monasterios cristianos se convirtieron en mezquitas. Salónica se liberó del Imperio Otomano en 1912.
Los supremacistas islámicos como Erdogan creen que, dado que Salónica estuvo una vez bajo la ocupación del Imperio Otomano islámico, es una tierra musulmana eternamente y debe ser devuelta a su legítimo propietario.
Desde mediados del siglo XV hasta la proclamación de la primera República Helénica en 1822, el territorio que constituye la Grecia moderna estuvo ocupado por el Imperio Otomano. Erdogan ha hablado abiertamente de su objetivo de resucitar el Imperio Otomano, lo que incluiría ampliar considerablemente el territorio turco. En 2016, dijo:
“Hay fronteras físicas y hay fronteras en nuestros corazones. Algunos nos preguntan: «¿Por qué os interesáis por Irak, Siria, Georgia, Crimea, Karabaj, Azerbaiyán, los Balcanes y el norte de África?» … Ninguna de estas tierras nos es ajena. ¿Es posible dividir Rize [en Turquía] de Batumi [en Georgia]? ¿Cómo podemos considerar que Edirne [en Turquía] está separada de Salónica [en Grecia]? ¿Cómo podemos pensar que Gaziantep [en Turquía] no tiene nada que ver con Alepo [en Siria]; Mardin [en Turquía] con Al-Hasakah [en Siria]; o Siirt [en Turquía] con Mosul [en Irak]?”.
“Desde Tracia hasta Europa Oriental, a cada paso que des, verás huellas de nuestros antepasados… Tendríamos que renegar de nosotros mismos para pensar que Gaza, con la que hablamos la misma lengua y compartimos la misma cultura, está separada de nosotros, tan lejos como Siberia. Interesarse por Irak, Siria, Libia, Crimea, Karabaj, Bosnia y otras regiones hermanas es a la vez el deber y el derecho de Turquía. Turquía no es sólo Turquía. El día que renunciemos a estas cosas será el día que renunciemos a nuestra libertad y a nuestro futuro”.
Erdogan también se refirió al Misak-ı Milli (“Pacto Nacional”), un conjunto de decisiones tomadas por el Parlamento otomano en 1920 sobre las fronteras del futuro Estado turco. Los turcos suelen hacer referencia al Pacto Nacional cuando piden la expansión territorial de Turquía.
El periódico turco Hürriyet escribió en 2016:
“Algunos historiadores afirman que, según el Pacto Nacional, las fronteras turcas incluyen -además de las actuales fronteras de Turquía- Chipre, Alepo [en Siria], Mosul, Erbil, Kirkuk [en Irak], Batumi [en Georgia], Salónica [en Grecia], Kardzhali, Varna [en Bulgaria] y las islas del Egeo.”
En el siglo XIII, la tribu turca conocida como otomanos formó un Estado en Anatolia occidental, en tierras que invadieron y arrebataron al Imperio Romano de Oriente (bizantino) de habla griega. En el siglo XV conquistaron Constantinopla (Estambul), poniendo fin al Imperio Bizantino.
Durante más de 600 años, desde su fundación en 1299 en Anatolia (actual Turquía) hasta su final en 1922, los turcos otomanos invadieron y ocuparon naciones de tres continentes. Estas naciones incluían, entre otras, la mayor parte de los Balcanes (como Grecia, Bulgaria, Serbia, Albania y Rumanía), Hungría, Chipre, Egipto, Jordania e Israel (entonces llamada Palestina), Líbano, Siria, parte de Arabia y una extensión considerable del norte de África. Durante este periodo se cometieron sistemáticamente muchos crímenes contra los no musulmanes, entre ellos:
- El sistema ghulam: la esclavización, conversión y adiestramiento de no musulmanes para convertirlos en guerreros y estadistas;
- El sistema devshirme: el reclutamiento forzoso de niños cristianos que eran apartados de sus familias, convertidos al islam y esclavizados para servir al sultán en su palacio y unirse a sus jenízaros (“nuevos cuerpos”);
- La islamización obligatoria y voluntaria: esta última resultado de la presión social, religiosa y económica;
- La esclavitud sexual de mujeres y niños, deportaciones y masacres.
Jerusalén estuvo bajo ocupación otomana durante cuatro siglos (1517-1917). Sin embargo, el pueblo judío, invirtiendo ese modelo de colonialismo e imperialismo islámico, restableció su patria, ahora Israel, en 1948. Los supremacistas islámicos aún no se han recuperado de la percepción de afrenta a la conquista islámica por parte del pueblo judío autóctono de Israel.
Por ello, los islamistas dicen que quieren reconquistar Jerusalén y el resto de Israel. Según su doctrina, la única religión que debe gobernar estas tierras -o cualquier otra tierra- es el Islam. Cristianos y judíos podrían ser solo dhimmis, súbditos tolerados de segunda clase de un Estado islámico en el que solo se les permite seguir vivos con sufrimiento, pagando un elevado impuesto de “protección”, la jizya.
En 2018, durante un mitin, Erdogan dijo: “Para nosotros, Jerusalén es lo que es Çanakkale”. (También, donde estaba Troya).
En 2020, Erdogan abrió la sesión legislativa del Parlamento turco con un largo discurso en el que volvió a referirse a Jerusalén: “Jerusalén es nuestra ciudad, una ciudad nuestra”.
Teológicamente, según las escrituras islámicas, el judaísmo y el cristianismo no son más que versiones distorsionadas del islam. Desde el punto de vista islámico, originalmente solo existía el islam, que los judíos y cristianos distorsionaron más tarde en judaísmo y cristianismo. Toda la historia, en esta mentalidad, es por tanto originalmente historia islámica y todas las figuras principales de la historia bíblica, desde Adán y Eva, son por tanto musulmanas. Según el islam, Abraham, David, Moisés y Jesús también son musulmanes. Por tanto, cualquier lugar relacionado con ellos, desde ese punto de vista, es territorio musulmán.
Moshe Sharon, catedrático emérito de Estudios Islámicos y de Oriente Próximo en la Universidad Hebrea de Jerusalén, denomina a estos puntos de vista “islamización de la historia” e “islamización de la geografía”.
Philip Carl Salzman, catedrático emérito de Antropología de la Universidad McGill, señaló:
“Israel existe en un territorio que fue gobernado y dominado por musulmanes árabes y más tarde turcos. Las invasiones árabes del siglo VII desplazaron y sustituyeron a los judíos que constituían la población mayoritaria, los que sobrevivieron a las guerras de los romanos contra los judíos. Casi mil años después, los turcos otomanos se convirtieron en los gobernantes de Tierra Santa. Según la ley islámica, la tierra que una vez fue gobernada por musulmanes pertenece a los musulmanes para siempre. A pesar de la ocupación anterior de Tierra Santa por los judíos, los musulmanes consideran que la región es suya y sólo suya y que Israel les ha robado la tierra”.
Muchos otros consideran que los judíos, que eran la población autóctona de lo que hoy es Israel, vieron cómo los otomanos les “robaban” su tierra, de forma similar a cómo el ejército turco invadió la parte norte de la República de Chipre en 1974, o cómo el sultán otomano Mehmed II y sus tropas “robaron” el Imperio bizantino cristiano (romano de Oriente) el 29 de mayo de 1453, cuando asaltaron Constantinopla y entraron triunfalmente en la catedral de Santa Sofía, tras sitiar la ciudad durante 55 días.
Por ello, muchos islamistas están obsesionados con conquistar Israel, España y Portugal (al-Andalus ocupado por los musulmanes), Grecia, Chipre y la India para Alá… y luego el resto del mundo no musulmán.