Han pasado casi cinco años desde que los gobiernos sirio e iraquí declararon la victoria sobre el grupo Estado Islámico. Mientras que el califato de Abu Bakr al-Baghdadi llegó a controlar el 40% del territorio iraquí, Estados Unidos, junto con el ejército iraquí, las milicias iraquíes y las Fuerzas Democráticas Sirias, dominadas por los kurdos, cooperaron para hacer retroceder al Estado Islámico, acabar con su control territorial y ahogar su insurgencia.
La mezquindad, la miopía y la negligencia de Estados Unidos, Europa y los países árabes ricos en petróleo corren cada vez más el riesgo de arrebatar la derrota de las fauces de la victoria al permitir el regreso del Estado Islámico.
Consideremos lo que está ocurriendo en tres regiones diferentes.
Siria e Irak
En el campo de Al-Hol, en el noreste de Siria, no lejos de la frontera iraquí, quedan más de 53.000 desplazados internos, y más de la mitad de ellos no son ni sirios ni iraquíes. Mientras las Fuerzas Democráticas Sirias llevan a cabo operaciones ocasionales para contrarrestar la presencia del Estado Islámico dentro del campamento, éste sigue extorsionando a los residentes y a los trabajadores humanitarios.
Turquía y su apoderado, el Partido Democrático del Kurdistán de Masoud Barzani, siguen aislando a los kurdos sirios y secando su apoyo financiero. Al mismo tiempo, varios países europeos se niegan a repatriar a los miembros del Estado Islámico residentes en Al-Hol. Estas realidades combinadas corren el riesgo de permitir una resurrección del Estado Islámico. La promoción por parte de Turquía de fuerzas proxy radicalizadas en el norte de Siria amplifica aún más el riesgo, al igual que la corrupción iraquí y kurda en las regiones liberadas del Estado Islámico.
Afganistán
El compromiso de retirarse de Afganistán fue una de las pocas iniciativas de Trump que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, abrazó. Los acuerdos del 29 de febrero de 2020 fueron menos un esbozo de una paz integral y más una hoja de parra diplomática para dar cobertura a la salida de Estados Unidos. Los talibanes nunca cumplieron su supuesto compromiso de acabar con el terrorismo y han dado un nuevo refugio a los líderes de Al Qaeda.
Y lo que es más importante, la idea del enviado especial Zalmay Khalilzad de que Estados Unidos podría cooptar a los talibanes para luchar contra el Estado Islámico parece poco más que aceite de serpiente. Los talibanes emplean mucha más energía en intentar reprimir a las mujeres afganas que en luchar contra los terroristas del Estado Islámico. Afganistán está volviendo rápidamente a su papel anterior a 2001 como refugio del terrorismo internacional. Las únicas preguntas son qué y cuántos grupos terroristas llenan el vacío.
Mozambique
Los terroristas afiliados al grupo Estado Islámico invadieron la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, en 2020, aunque este hecho permanece en gran medida fuera de los titulares internacionales. A principios de este año, viajé a Cabo Delgado para observar los esfuerzos para asegurar y reconstruir la región. Las Fuerzas de Defensa y la Policía Nacional de Ruanda se desplegaron unilateralmente con un gran gasto para evitar que se produjera un vacío en el que el Estado Islámico pudiera establecerse y desestabilizar países cercanos como Tanzania.
A diferencia de la República Democrática del Congo7, cuyas partes también son susceptibles de ser atacadas por el Estado Islámico, Cabo Delgado es importante porque podría permitir al grupo reabastecerse por mar. De hecho, cuando examiné el equipo y la literatura capturados, había pruebas de que el material llegaba desde Mombasa, Karachi y Mogadiscio. El despliegue ruandés siempre estuvo destinado a ser un parche, más que una misión permanente. En Kigali se esperaba que la comunidad internacional subvencionara el despliegue. Los contingentes sudafricanos y asociados son más caros de mantener, hacen menos y siguen siendo un eslabón débil. El gobierno mozambiqueño tampoco ha conseguido llenar el vacío militarmente o en términos de servicios gubernamentales. Sin embargo, ser un eslabón débil es mejor que no ser ningún eslabón. Si Estados Unidos y la comunidad internacional no ponen en marcha un plan, financiero o de otro tipo, para llenar el vacío, el Estado Islámico repuntará rápidamente.
El tiempo se agota y la negligencia estratégica parece estar a la orden del día. En última instancia, Estados Unidos y otros países tendrán que hacer frente al resurgimiento del Estado Islámico. La proacción es más barata y eficaz que la reacción. La cuestión es si el mundo exterior puede organizarse para tomar la decisión correcta.