El origen de los cohetes disparados el viernes en la zona de Har Dov, en el norte de Israel, también conocida como granjas de Sheba, no estaba claro de inmediato. El dedo apuntó a grupos palestinos o rebeldes que buscan desafiar a Hezbolá durante la creciente crisis en el Líbano.
Pero cuando Hezbolá reivindicó la responsabilidad, no fue en modo alguno una declaración de un escenario de ataque. El grupo respaldado por Irán tiene la capacidad de atacar comunidades o bases militares, pero juega con las reglas del juego: Israel atacó una zona abierta en Líbano sin causar daños ni víctimas, por lo que la respuesta fue la misma. El jefe adjunto de Hezbolá, Naim Qassem, subrayó este mensaje diciendo que el objetivo era mantener un equilibrio de disuasión.
Intrigante subtrama en las redes sociales libanesas: parece que los aldeanos drusos del sur del Líbano interceptaron un camión de cohetes de Hezbolá.
Pero el verdadero drama no fue el fuego transfronterizo. Los habitantes de la aldea drusa de Chouaya localizaron el lanzador y dieron pusieron en evidencia a los agentes de Hezbolá que dispararon los cohetes. Las imágenes compartidas en Internet muestran cómo amenazaron a un joven en su coche, que parecía aterrorizado.
En cuestión de segundos, las redes sociales libanesas se llenaron de rumores: ¿Tiene Hezbolá derecho a disparar contra Israel? Las imágenes del druso que encontró el vehículo desde el que Hezbolá disparó los cohetes se hicieron virales: ¿Es un héroe o un traidor? Depende de a quién se le pregunte.
Algunas personas en el Líbano acusaron a Hezbolá de tratar de desviar la atención de la crisis económica y política del país, mientras que otros afirmaron que la respuesta de la organización era necesaria, teniendo en cuenta los acontecimientos de toda la semana, con los disparos en Kiryat Shmona en el norte y la consiguiente respuesta israelí en el Líbano. Públicamente, los líderes de la secta drusa en el Líbano siguieron la línea de Hezbolá, que dice que el grupo tiene derecho a actuar contra Israel.
Tanto si se trata de una postura sincera como de una postura forzada, los líderes drusos del Líbano tienen poco margen de maniobra. Saben quién controla el equilibrio de poder.
En las imágenes de Chouaya, un operativo de Hezbolá está claramente asustado, pero una visión más amplia muestra que nadie quiere un enfrentamiento directo con la organización, cuyo poder supera incluso al del ejército libanés. Por eso el grupo optó por un final rápido, tratando de apagar las llamas de una posible escalada.
Los drusos no les apoyaron. Si quieren disparar, se preguntaban los drusos, ¿por qué hacerlo desde un pueblo druso? Y si Israel responde, ¿por qué este pueblo tiene que estar en primera línea? Los drusos también trataron de averiguar quiénes eran los grupos más pequeños que disparaban cohetes desde sus zonas en el sur del Líbano, y por qué Hezbolá se veía arrastrada tras ellos.
Hezbolá ya no goza del apoyo popular que tenía antes de la Segunda Guerra del Líbano de 2006. Quince años después, el Líbano se está hundiendo, tanto económica como socialmente. Los libaneses de a pie confiaban antes en Hezbolá hasta el punto de estar dispuestos a soportar las llamas y la destrucción, pero ahora tratan de encontrar alimentos, medicinas, combustible y electricidad.
Es cierto que el Líbano lleva años sufriendo desavenencias sectarias y políticas, pero siempre pareció capaz de superar las dificultades, incluso después de una sangrienta guerra civil. Ahora parece haber perdido el rumbo y necesita urgentemente una reanimación. Desde la masiva explosión en el puerto de Beirut hace un año, la hemorragia no ha cesado. Líbano es ahora un país que espera que alguien lo saque de su miseria.
El debate sobre la procedencia de la ayuda -el eje estadounidense-saudí o el iraní- también polariza a la opinión pública libanesa. Cualquier decisión tiene un precio político y diplomático, y mientras no haya un acuerdo, el pueblo libanés continuará su camino de sufrimiento y angustia.
El último incidente en la frontera puede haber sido motivo de preocupación para algunos israelíes que planean dirigirse al norte durante el fin de semana, pero en Líbano se ve como un paso más en las crecientes desavenencias y la desintegración que amenaza el futuro del país.