La reciente revelación sobre el supuesto uso de software espía sin orden judicial contra israelíes por parte de las autoridades policiales llegó al mundo con una explosión, sólo para desvanecerse en el olvido con un gemido. El único perdedor, como siempre, en la guerra de las vueltas es el público en general.
Si se toma al pie de la letra la reciente afirmación de la justicia, parece que la Policía de Israel no se dedica a espiar al por mayor a los israelíes a través de sus dispositivos móviles.
Pero en el actual ambiente de locura en el que vivimos, en el que a menudo se confunden las mentiras y las verdades, no hay ninguna posibilidad de que la gente cambie de opinión. La exposición, que duró un mes, inundó las ondas de nuestros medios de comunicación con supuestas revelaciones que nunca fueron respaldadas por la sustancia real.
Ha tenido tal repercusión que incluso el juicio del ex primer ministro Benjamin Netanyahu fue suspendido para que se pudieran examinar las acusaciones de espionaje a un testigo del Estado. De repente, personas que durante mucho tiempo han defendido las libertades civiles pidieron la detención de funcionarios clave de las fuerzas del orden, descartando prácticamente la presunción de inocencia y el Estado de Derecho democrático.
Ahora que el polvo parece haberse asentado, resulta que, aparte del golpe casi mortal a la confianza del público en la policía, las principales víctimas son los israelíes en general. Con la orden de la Policía de Israel de dejar de lado sus armas de investigación a la espera de una revisión, los delincuentes tienen ahora mucha más libertad para actuar, y ahora también tienen mucho más conocimiento de los recursos que podrían utilizarse contra ellos.
Es doblemente importante dotar a los agentes de policía de las herramientas tecnológicas que necesitan para hacer frente a la delincuencia en este momento, ya que el crimen organizado está asomando la cabeza y atacando a la gente en la calle con coches bomba. La policía puede hacerlo respetando la ley.
En el gran esquema de las cosas, la exposición es importante en el sentido de que llevaría a la regulación del software espía de la policía. Los periodistas que han sacado a la luz esta historia deben revelar una pistola humeante, si es que la tienen, en beneficio de todos nosotros. Pero hasta que lo hagan, debemos devolver a la policía sus poderes adecuados. Y como nota al margen, Israel no es un estado policial.