Aunque Israel se ha abstenido de establecer públicamente líneas rojas claras que actúen como marcadores precisos de un umbral que, de ser superado por el programa nuclear iraní, desencadenaría un ataque israelí, está claro que Jerusalén ha estado enviando señales de advertencia sobre la aproximación de Irán a la zona de peligro.
Estas advertencias parecen, en parte, hacerse más fuertes en el vacío dejado por la falta de una amenaza militar estadounidense creíble en el caso de que Irán decida llegar a tener un arma nuclear, y la prioridad de Washington de pivotar hacia la competencia de superpotencias con China y Rusia.
A medida que la advertencia de Israel se hace más fuerte, y que el programa nuclear iraní sigue avanzando -sobre todo en el ámbito del enriquecimiento de uranio, y de las centrifugadoras que lo permiten-, es natural preguntarse por los múltiples escenarios a los que podría conducir un teórico ataque israelí en el futuro.
La historia ha demostrado que el curso de las guerras no es determinista, y la cuestión de lo que seguiría a un ataque israelí contra las instalaciones nucleares iraníes no es diferente.
Sin embargo, algunas contingencias parecen más probables que otras. Las Fuerzas de Defensa de Israel, en su planificación reforzada para contingencias, deben estar preparadas para todas ellas, y particularmente para la más grave.
La cuestión clave es si el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, lanzará un ataque a gran escala contra Israel desde el Líbano si recibe la orden del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, de hacerlo.
A la luz del hecho de que Hezbolá representa la principal amenaza militar convencional para Israel en la actualidad, y de que cualquier conflicto de varios frentes estaría dominado por el ámbito libanés debido al enorme arsenal de proyectiles de Hezbolá, esta cuestión es un asunto de máxima prioridad para los planificadores del establishment de defensa israelí.

Es imposible imaginar un escenario en el que Nasrallah rechace una directiva iraní para actuar en represalia. La siguiente cuestión se centra en el alcance de esa represalia. Si Irán diera instrucciones a Hezbolá para que entrara en un conflicto a gran escala con Israel, sería difícil imaginar que Nasrallah lo rechazara también.
Nasrallah, que es un hombre muy religioso, debería cumplir las órdenes de la “nave nodriza” iraní, que no sólo es la fuente de la ideología islamista chiíta radical de Hezbolá, sino también de su financiación y de la acumulación de fuerzas.
Después de todo, fue Irán quien envió a Hezbolá a los sangrientos campos de batalla de Siria durante años. Por tanto, cualquier esperanza de que Nasrallah limite la respuesta de Hezbolá a un ataque israelí contra Irán no debería guiar la política, la planificación o la asignación de recursos de Israel.
Es difícil calibrar la seriedad con la que Jamenei se toma las actuales amenazas israelíes sobre las consecuencias de un mayor progreso nuclear, pero a medida que Israel siga mejorando sus capacidades militares de largo alcance y su preparación para un conflicto a gran escala con Irán y todos sus proxys simultáneamente, la postura de Jerusalén a ojos de Irán será más difícil de descartar.
Las FDI han recibido miles de millones de shekels para mejorar sus capacidades de ataque a Irán, y la Fuerza Aérea israelí ha colocado esta capacidad en la cima de toda su agenda para el año 2022.
Lo que la IAF también está haciendo es planificar cómo podrá enfrentarse a Irán y a sus proxys en el Líbano, Siria, el oeste de Irak y otros lugares. Las fuerzas terrestres de las FDI, por su parte, están centrando su entrenamiento bélico en el escenario libanés, que sufriría unos niveles de potencia de fuego israelí sin precedentes en caso de conflicto general, haciendo retroceder al Líbano décadas en el tiempo.
A pesar de los mensajes de alta presión, el cruce de decisiones aún no es inminente. Aunque Irán ha hecho grandes progresos en el acopio de material fisible, aún le falta más de un año para completar otros aspectos necesarios para las armas nucleares, como tener un mecanismo explosivo nuclear probado y poder colocarlo en una cabeza de misil.
Aun así, el almacenamiento de material fisible es el aspecto más difícil de la construcción de la bomba, y los progresos de Irán, además de su acumulación de conocimientos tecnológicos, son alarmantes.
Dado que el programa nuclear iraní es la única amenaza que podría resultar existencial si no se controla, es la prioridad número uno para el establishment de defensa israelí, superando la amenaza que supone el programa de atrincheramiento regional de Irán, que es el objetivo de una amplia campaña israelí de “corte de césped” en la zona gris, especialmente en Siria.
Construir una opción actualizada de ataque a Irán de largo alcance no es algo que la IAF vaya a hacer de la noche a la mañana, pero el proyecto ha comenzado ciertamente en serio.
La gigantesca planificación tiene que tener en cuenta aspectos muy complejos, como la inteligencia, la elección correcta de la munición, la combinación adecuada de jets y las configuraciones de reabastecimiento, así como la formación de los pilotos. No hay comparación con las misiones más cercanas que la IAF está acostumbrada a realizar.
El ex comandante de la IAF, el mayor general (retirado) Eitan Ben Eliyahu, dejó entrever esta planificación, al declarar a la Radio del Ejército el pasado martes: “Estamos hablando de algo práctico. No se trata de un solo objetivo específico: la IAF debe estar acostumbrada a operar a distancias de 2.000 kilómetros. Se trata de todo un conjunto de técnicas de vuelo y de planificación operativa. Hay que conocer los aeródromos de emergencia para aterrizar en el camino, y cómo gestionar el combustible de forma diferente”.