Los motores de los imponentes F-15 y F-35 rugieron al unísono, levantándose con una determinación inquebrantable desde las pistas de despegue.
Los cielos del sábado por la noche fueron testigos de una sinfonía de poderío aéreo mientras una flota de aviones de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) surcaba las nubes, dirigiéndose hacia sus objetivos en el distante puerto de Hodeidah, en Yemen.
La misión, ejecutada con precisión quirúrgica, se extendió durante dos horas y 50 minutos, una danza mortal a través de 1.800 kilómetros de territorio hostil.
El reloj marcaba las 3 de la tarde cuando los pilotos recibieron la orden. Con una mezcla de adrenalina y concentración, se elevaron en formación perfecta, atravesando el cielo en un viaje que los llevaría a una confrontación decisiva. A las 6 de la tarde, alcanzaron su objetivo, y la noche se iluminó con el resplandor de los misiles surcando el aire.
Los detalles específicos del número de aviones involucrados en esta osada operación se mantuvieron en la sombra, clasificados por la inteligencia militar. Sin embargo, las FDI compartieron un video fascinante que capturó el momento crucial del reabastecimiento en pleno vuelo, una coreografía aérea que aseguraba el regreso seguro de sus cazas.
Otro video desgarrador mostró la precisión implacable de cuatro misiles, uno tras otro, impactando en las instalaciones industriales del puerto de Hodeidah. La devastación fue total, transformando estructuras imponentes en escombros humeantes.
Un tercer video capturó el momento de camaradería y alivio cuando el mayor general Tomer Bar, Jefe de la Fuerza Aérea de las FDI, felicitó a sus pilotos en su retorno, ya fuera del alcance enemigo.
La diversidad de la flota involucrada era impresionante: aviones de ataque, recolectores de inteligencia, aviones de reabastecimiento, rescate y defensivos. Cada uno desempeñó un papel vital en esta compleja operación, aunque el número exacto permaneció bajo un manto de secreto militar.
El objetivo de los ataques era claro: las instalaciones de refinación de petróleo y los activos aéreos yemeníes, con la intención de cortar el flujo de armas iraníes hacia Yemen. Las explosiones resonaron en Hodeidah, y los informes hablaban de decenas de muertos y heridos. Mientras los hutíes intentaban retratar el puerto como un centro humanitario, altos funcionarios israelíes insistieron en que era una fachada para el contrabando de armas.
El impacto de los ataques se sintió de inmediato, con cortes de electricidad que sumieron en la oscuridad a varias zonas de Hodeidah. Fuentes locales informaron a Al Mayadeen, un medio afiliado a Hezbolá, sobre el caos desatado por el golpe a una planta de producción de electricidad.
Israel subrayó que la operación se llevó a cabo sin el apoyo directo de Estados Unidos, aunque Washington había sido informado previamente. No obstante, indicios sugerían que aliados árabes, como Arabia Saudita, pudieron haber facilitado el uso de su espacio aéreo y apoyado en cuestiones logísticas.
El trasfondo de esta misión se enmarcaba en una tensa relación regional. Arabia Saudita e Israel, unidos por la amenaza común de los hutíes respaldados por Irán, habían colaborado en inteligencia y operaciones militares. Las tensiones habían escalado desde el ataque de Yemen a Tel Aviv, que cobró una vida y dejó una docena de heridos, cruzando una línea roja para Jerusalén.
En el crepúsculo de aquella noche, mientras los aviones regresaban a salvo, la región se preparaba para las consecuencias de este audaz ataque. La guerra de sombras en el Medio Oriente continuaba, y las FDI habían dejado claro que estaban dispuestas a cruzar cualquier frontera para proteger su seguridad.