El sábado, Hamás evidenció su táctica de guerra psicológica al retrasar la segunda fase del acuerdo de devolución de rehenes, una maniobra que no sorprendió a nadie. El líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, ha demostrado su interés en presionar y maximizar la influencia sobre Israel. Este retraso ha generado una gran ansiedad en el público israelí, objetivo que Hamás logró plenamente con el ataque terrorista del 7 de octubre.
La devolución de 13 rehenes adicionales, junto con siete ciudadanos extranjeros, se pospuso por unas horas debido a acusaciones de Hamás sobre violaciones israelíes al acuerdo de alto el fuego. Países como Qatar, Egipto y EE. UU., aunque de manera indirecta, ejercieron presión sobre Hamás para que cumpliera su compromiso. Sin embargo, esta situación ha causado una tensión extrema en las familias afectadas y en la sociedad.
A pesar de la liberación de algunos rehenes, incluyendo mujeres y niños, el proceso no indica el fin del conflicto. Muchos rehenes regresan sin algunos de sus familiares, víctimas de asesinatos por Hamás, y otros permanecen cautivos. No existe aún un acuerdo para nuevas liberaciones o un alto el fuego más prolongado.
Israel ha ofrecido un día adicional de cese al fuego por cada 10 rehenes liberados, una condición que Hamás podría intentar cumplir por sus propios motivos. Aun así, existe un grupo numeroso de rehenes, posiblemente más de 100, que Hamás y otras facciones palestinas podrían retener como moneda de cambio en futuros acuerdos.
El líder de Hamás en el extranjero, Ismail Haniyeh, expresó su deseo de un alto el fuego a largo plazo. Paralelamente, los primeros ministros de Bélgica y España, presentes durante la liberación de rehenes, abogaron por un alto el fuego extendido, sin mencionar que Hamás inició el conflicto con el atentado del 7 de octubre.
Hamás aspira a un acuerdo que incluya la liberación total de rehenes y cadáveres secuestrados en Gaza a cambio de la liberación de más de 6.000 prisioneros palestinos en Israel. Esta posibilidad representa un desafío significativo, ya que ningún gobierno israelí ha aceptado tal condición anteriormente. Aunque existe una gran simpatía hacia las familias de los rehenes, es incierto si esta medida contará con amplio respaldo público.
En aproximadamente una semana, Israel deberá decidir sobre la continuación de los combates si no se alcanza otro acuerdo, una decisión que afectará tanto al norte como al sur de la Franja de Gaza.
Hamás está aprovechando la pausa en los combates para reorganizar sus fuerzas en el norte de Gaza, región donde han sufrido importantes bajas. Paralelamente, se observa un movimiento de civiles palestinos hacia el norte de la Franja de Gaza, a pesar de las restricciones impuestas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Israel, por su parte, ha anunciado su intención de operar también en el sur de Gaza, en particular en la zona de Jan Yunis. En este lugar, Hamás cuenta con batallones y brigadas menos afectados, que buscarán organizar una defensa eficaz basándose en las experiencias del conflicto en el norte.
Uno de los desafíos significativos para las FDI es la densa presencia civil en el sur de Gaza, ya que la mayoría de la población se concentra en esta área. Además, existe la preocupación de que los rehenes israelíes restantes puedan ser utilizados como escudos humanos por Hamás. El presidente de EE. UU., Joe Biden, reconoció la necesidad de Israel de contrarrestar a Hamás, pero instó a minimizar las bajas civiles, un equilibrio difícil de mantener en el actual contexto.
En Judea y Samaria, la liberación de prisioneros palestinos, parte del acuerdo con Israel, fue celebrada ampliamente, con Hamás liderando las celebraciones, a pesar de que la mayoría de los prisioneros liberados no están asociados con el grupo. Sin embargo, la situación se agravó cuando miembros de Hamás ejecutaron a dos palestinos en Tul Karm, sospechosos de colaborar con el servicio de seguridad israelí Shin Bet. Estos actos de violencia marcan un aumento de la tensión en la región, no visto desde el final de la Segunda Intifada hace 17 años.
En Líbano, Hezbolá desafió el alto el fuego lanzando un misil tierra-aire contra un dron israelí, un acto que sugiere su intención de desafiar la presencia aérea de Israel sobre Líbano. Además, en el Mar Arábigo, un dron suicida atacó un buque comercial de propiedad israelí, el segundo incidente de este tipo en la región.
Por último, los hutíes de Yemen secuestraron un buque comercial con propiedad indirecta israelí en el Mar Rojo, reteniendo a la tripulación. Estos acontecimientos indican que la influencia de Irán en la región, en apoyo a Hamás y otros grupos, podría desencadenar un conflicto más amplio, a pesar de las advertencias de EE. UU. a Teherán.Principio del formulario