Las decisiones de la CIJ sobre la operación de Israel contra Hamás reflejan una preocupante falta de consistencia.
La CIJ ordena a Israel detener operaciones en Rafah
En 2018, la CIJ optó por no imponer medidas inmediatas sobre Myanmar, a pesar de la abrumadora evidencia de una campaña genocida contra los rohinyás. Avancemos hasta 2024, y el mismo tribunal ordena a Israel detener su operación militar en Rafah de manera expedita, sin considerar los complejos desafíos de seguridad que plantea Hamás. Esta evidente inconsistencia revela una inquietante hipocresía en la gestión de la CIJ sobre los conflictos internacionales.
A Israel se le otorgó un plazo extremadamente breve para defenderse de la solicitud urgente de Sudáfrica de medidas provisionales. Este proceso acelerado dejó al equipo legal de Israel sin tiempo suficiente para prepararse, socavando la justicia del procedimiento. Como lamentó recientemente el embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, “el aviso corto para las audiencias del tribunal significó que no hubo suficiente tiempo para una preparación legal adecuada”.
En un marcado contraste, cuando Nicaragua acusó a Alemania de facilitar un genocidio en Gaza mediante la exportación de armas, la CIJ permitió a Alemania un tiempo adecuado para preparar su defensa, evitando medidas inmediatas. Esta urgencia selectiva plantea la pregunta: ¿por qué la prisa en juzgar a Israel?
El tribunal ignora la autodefensa de Israel contra amenazas de Hamás
La sentencia de la CIJ ignora el argumento de Israel de que sus acciones en Rafah son una cuestión de autodefensa contra Hamás, una organización terrorista responsable de numerosos ataques contra civiles israelíes. Esta omisión no reconoce las amenazas reales y presentes a la seguridad que enfrenta Israel.
La reticencia del tribunal a reconocer las reivindicaciones de autodefensa de Israel contrasta fuertemente con su manejo del caso de Bosnia y Herzegovina contra Serbia, donde reconoció las complejidades de la autodefensa mientras emitía medidas provisionales en enero de 2024.
¿Está el juicio de la CIJ sesgado, o es simplemente un caso de ceguera selectiva?
Acusaciones de genocidio contra Israel carecen de pruebas sólidas
Las acusaciones de genocidio lanzadas por Sudáfrica contra Israel, carentes de evidencias sólidas, están motivadas políticamente. Emplear acusaciones tan severas sin pruebas contundentes no solo desvirtúa las definiciones legales, sino que también banaliza la gravedad de los genocidios reales.
En el caso anterior de Gambia contra Myanmar respecto a la crisis de los rohinyás, la CIJ emitió medidas destinadas a proteger a la población sin detener de inmediato las operaciones militares, demostrando un enfoque más equilibrado y cauteloso.
Las órdenes de la CIJ fueron claras al exigir a Myanmar que “tomara todas las medidas posibles para prevenir actos genocidas”, sin embargo, no ordenaron el cese inmediato de las acciones militares (Noticias de la ONU, 28 de marzo de 2024). ¿Por qué Israel no recibe una consideración similar y matizada?
Las preocupaciones de seguridad de Israel no son adecuadamente abordadas
La CIJ insiste en la necesidad de una ayuda humanitaria sin restricciones, pero no toma en cuenta por completo los desafíos operativos que enfrenta Israel. Asegurar que la ayuda no beneficie a Hamás sigue siendo una preocupación crucial.
Israel ha habilitado rutas alternativas para la ayuda, como el cruce de West Erez, demostrando esfuerzos por equilibrar las necesidades humanitarias con las consideraciones de seguridad.
A pesar de esto, el fallo de la CIJ exige que Israel “garantice el acceso sin obstáculos de la ayuda humanitaria” sin abordar estas preocupaciones de seguridad. ¿Es razonable exigir lo imposible?
La CIJ impone una carga desproporcionada sobre Israel
La decisión de la CIJ impone una carga desproporcionada sobre Israel para asegurar el acceso humanitario y proteger a los civiles, sin imponer obligaciones similares a Hamás. Este desequilibrio es un claro ejemplo de doble rasero, exigiendo a Israel cumplir con estándares de responsabilidad más altos mientras no se examinan con igual rigor las acciones de Hamás.
Las órdenes del tribunal no exigieron ninguna acción recíproca por parte de Hamás, colocando así una responsabilidad desmedida sobre Israel. ¿Por qué la CIJ ignora las responsabilidades del otro lado de la guerra?
El fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) no tiene en cuenta adecuadamente el contexto histórico de la guerra israelí-palestino, especialmente las violaciones recurrentes del alto el fuego por parte de Hamás y el uso de áreas civiles para fines militares. Al pasar por alto estos factores, se presenta una visión incompleta que podría llevar a decisiones sesgadas y superficiales que no abordan la complejidad de la guerra.
La CIJ debe abordar los dobles estándares para mantener su legitimidad
Como señaló el experto legal israelí Tal Becker, “Los actos en cuestión incluyen matar a palestinos en Gaza, causarles graves daños físicos y mentales, e imponerles condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física”, pero estas acciones ocurren en un contexto donde Israel debe defender a sus ciudadanos de ataques constantes (Noticias de la ONU, 28 de marzo de 2024). ¿Por qué la CIJ opta por ignorar estos detalles críticos?
La diferencia en el tratamiento de casos similares que involucran a otros países subraya la necesidad de un enfoque más equilibrado y coherente para mantener la legitimidad y la equidad en los fallos de la CIJ. Hasta que la CIJ aborde estos dobles estándares, su credibilidad seguirá siendo cuestionada.