El martes por la noche, una serie familiar de eventos se desarrolló en el sur, orquestada por Hamás: el grupo terrorista lanza cometas y globos incendiarios, causando un inmenso daño al medio ambiente; las FDI reaccionan golpeando objetivos en la Franja de Gaza, en este caso en el campo de refugiados de Nuseirat; y Hamás responde enviando un aluvión de cohetes limitado a las comunidades israelíes.
Todo va de acuerdo con el ritual descrito por nada menos que por Hamás, que está estableciendo las reglas en esta etapa.
La reacción israelí es más de lo mismo: ataques a centros de mando de Hamás vacíos y depósitos de armas. Casi siempre terminan sin bajas, en parte gracias a las advertencias israelíes enviadas con anticipación por «golpes en el techo«: colocar un dispositivo no explosivo o de bajo rendimiento en un edificio antes del ataque real.
La semana pasada dio la impresión de que algo en esta ecuación había cambiado, después de que Israel atacó a un grupo de jóvenes que lanzaban globos de fuego, hiriendo a tres de ellos, sin que Hamás disparara contra objetivos israelíes en represalia.
Por un momento, pareció que los diversos esfuerzos diplomáticos para implementar iniciativas económicas y mejorar la situación en Gaza iban a persuadir a Hamás para que no se apegara a su versión del «alto el fuego«. Pero el martes por la noche volvió la rutina familiar.
¿Cuánto más durará la pelea de acuerdo con las reglas de Hamás? Probablemente hasta que haya muertes.

Incluso entonces, Hamás no necesariamente querrá ir en una dirección que pueda llevar a una guerra total. Los medios israelíes presentan informes casi diarios sobre nuevos proyectos liderados por Israel para aliviar la crisis económica en la Franja de Gaza: desde la construcción de un puerto marítimo en Chipre o un campo solar cerca de Gaza hasta el envío de trabajadores palestinos a Israel, a cambio, por supuesto, para la liberación de los civiles israelíes detenidos en la Franja, Abera Mengistu e Hisham al-Sayed, y de los cuerpos de los soldados de las FDI Hadar Goldin y Oron Shaul.
Por el momento, Hamás no se apresura a aceptar estas ofertas, en parte porque Israel exige que el grupo terrorista se desarme como condición para cualquier acuerdo de larga data entre Israel y Gaza. Hamás no acepta esa demanda.
Pero el grupo terrorista tampoco se apresura a romper las reglas e ir a la guerra, ya que él y sus altos funcionarios han regresado al centro del escenario palestino e internacional.
En los últimos días, una delegación de Hamás encabezada por Mousa Abu Marzook, el vicepresidente de su oficina política, visitó Moscú para discutir una posible tregua con Israel o un acuerdo de intercambio de prisioneros.
El liderazgo de Hamás también está en contacto constante con los jefes de inteligencia egipcios, que continúan sus esfuerzos para la reconciliación intrapalestina entre el grupo terrorista y Fatah de la Autoridad Palestina.
Finalmente, todo el mundo, incluida la administración del presidente estadounidense Donald Trump, está mucho más centrado en el futuro de la Franja de Gaza que en el de Cisjordania y la Autoridad Palestina.
En resumen, para Hamás, la situación económica en Gaza puede ser nefasta, pero política y diplomáticamente no está en absoluto mal. Si incluso los enviados de Trump intentan remediar los problemas de Gaza, e Israel está hablando de la necesidad de un acuerdo con Hamás, entonces desde su perspectiva, al menos en cierto sentido, las cosas se están moviendo en la dirección correcta.