El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó el martes su intención de que el país se haga cargo por completo de la Franja de Gaza. Este anuncio tomó por sorpresa a la comunidad internacional, poco después de que sugiriera la reubicación definitiva de la población del enclave costero.
Durante una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, Trump afirmó que Estados Unidos administraría Gaza y que el control del territorio estaría en manos estadounidenses. Sus declaraciones fueron parte de un discurso preparado al inicio del encuentro tras su reunión en la Oficina Oval.
"The U.S. will take over the Gaza Strip, and we will do a job with it, too." –President Donald J. Trump pic.twitter.com/aCqLl9Gwwn
— President Donald J. Trump (@POTUS) February 5, 2025
Se esperaba que el mandatario utilizara la reunión con Netanyahu para instarlo a avanzar en la segunda fase del alto el fuego y en la liberación de rehenes en Gaza. Sin embargo, el primer ministro enfrenta presiones de su coalición para retomar los combates una vez finalizada la primera etapa del acuerdo.
En lugar de presionar a Netanyahu, Trump elogió su liderazgo y respaldó plenamente la idea de evacuar Gaza, una propuesta que ha contado con apoyo en sectores políticos israelíes. Con este gesto, el presidente estadounidense dio a los legisladores ultranacionalistas un incentivo para mantener el actual gobierno.
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La propuesta de Trump también desvió la atención de las negociaciones sobre los rehenes, añadiendo una nueva variable a las discusiones en curso. Israel y Hamás se preparan para iniciar conversaciones sobre la segunda fase del alto el fuego, lo que podría incluir la liberación de rehenes vivos a cambio del fin definitivo de la guerra. Sin embargo, ello implicaría mantener a Hamás en el poder, en contra de la promesa de Netanyahu de erradicar la organización terrorista.
Para cumplir con dicho compromiso, Trump sugirió que Estados Unidos reemplace a Hamás en Gaza, planteando una alternativa que Netanyahu podría respaldar, luego de que rechazara la opción de la Autoridad Palestina, propuesta por la administración Biden y sus aliados árabes.
La viabilidad de la propuesta de Trump y sus implicaciones para los 79 rehenes aún en Gaza son inciertas. Hamás ha utilizado a estos prisioneros como un seguro para conservar su dominio en el enclave.
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Trump destacó que su plan no era una ocurrencia improvisada. Explicó que Estados Unidos asumiría la responsabilidad de eliminar explosivos sin detonar, retirar escombros y reconstruir la infraestructura, con el objetivo de generar empleo y mejorar las condiciones de vida en la zona.
El mandatario sostuvo que Gaza no debería ser reconstruida por sus actuales habitantes, sugiriendo una administración externa. Expresó su intención de visitar el enclave, así como Israel y Arabia Saudita, sin especificar fechas.
Según Trump, los palestinos no tienen otra opción que abandonar Gaza tras más de 15 meses de bombardeos israelíes. Propuso su reubicación en países con disposición humanitaria, aunque Egipto y Jordania han rechazado esta posibilidad por temor a la inestabilidad que podría generar.
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El futuro de Gaza, según Trump, debería ser internacional. Argumentó que su administración podría transformar el enclave en una zona próspera y segura, comparándola con destinos turísticos exclusivos.
No es la primera vez que Trump aborda Gaza desde una perspectiva inmobiliaria. En octubre pasado, afirmó que el territorio podría convertirse en un enclave más desarrollado que Mónaco. Jared Kushner, su yerno y exasesor, también ha descrito Gaza como una propiedad costera con potencial de valorización.
Consultado sobre el despliegue de tropas estadounidenses en Gaza, Trump indicó que Estados Unidos haría lo necesario, sin descartar ninguna opción. Esta postura representaría un cambio respecto a su política previa de reducir la presencia militar en la región.
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El último intento estadounidense de establecer una presencia en Gaza ocurrió cuando la administración Biden ordenó la construcción de un puerto temporal para facilitar la entrega de ayuda humanitaria. Sin embargo, condiciones climáticas adversas llevaron al desmantelamiento de la instalación pocas semanas después.
El plan de Trump no toma en cuenta la voluntad de los dos millones de habitantes de Gaza. Representantes palestinos en la ONU rechazaron de inmediato la propuesta, resaltando su derecho a permanecer en su territorio.
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Hamás condenó las declaraciones de Trump, acusándolo de fomentar el caos y la tensión en la región. En contraste, Steve Witkoff, enviado de Trump para Medio Oriente, argumentó que el bienestar de los palestinos no depende de su ubicación geográfica actual.
Más temprano el martes, Witkoff criticó el marco de alto el fuego promovido por Biden, calificándolo de poco realista. Sostuvo que la reconstrucción de Gaza tomaría mucho más tiempo de lo previsto en dicho plan.
Incluso dentro del Partido Republicano, la propuesta de Trump generó incomodidad. Lindsey Graham, senador y aliado del expresidente, advirtió que enviar tropas estadounidenses a Gaza podría ser impopular entre los votantes de Carolina del Sur.
Netanyahu, en contraste, alabó a Trump como el mayor aliado de Israel. Destacó su disposición a abordar temas que otros líderes evitan y consideró que su propuesta podría alterar el curso de la historia.
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El primer ministro recordó que Israel ha debilitado a sus enemigos y eliminado a terroristas buscados por décadas. No obstante, insistió en la necesidad de completar la guerra contra Hamás para garantizar la seguridad de Israel y alcanzar la paz con Arabia Saudita.
Trump evitó manifestar un respaldo claro a la anexión de Judea y Samaria por parte de Israel. Afirmó que tomará una decisión en las próximas semanas tras evaluar distintas posturas.
Respecto a los rehenes, Trump advirtió que Estados Unidos respondería con mayor firmeza si Hamás incumple los acuerdos de liberación. También expresó su deseo de resolver la amenaza nuclear iraní mediante la diplomacia, aunque no descartó ninguna opción.
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Netanyahu, por su parte, insistió en que Irán representa una amenaza común para Israel y Estados Unidos, subrayando la necesidad de contener su influencia y evitar que adquiera armas nucleares.
Trump se mostró menos agresivo en su postura hacia Irán, prefiriendo explorar soluciones pacíficas. Consultado sobre un posible ataque israelí contra Irán, respondió que evaluará los acontecimientos antes de tomar una decisión.