Los aliados del primer ministro Benjamin Netanyahu defienden su derecho a destituir al jefe del Shin Bet, Ronen Bar, tras la ruptura de confianza señalada por el mandatario. Rechazan la advertencia de la fiscal general Gali Baharav-Miara, quien sostuvo que el proceso podría estar “manchado por la ilegalidad y conflictos de interés” y que el puesto no es una “posición de confianza personal”.
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, cuestionó la necesidad de justificación para la destitución. “¿En qué país normal se requiere una razón especial para despedir al responsable de una catástrofe de inteligencia que condujo al mayor desastre en la historia de Israel?”, escribió en redes sociales. Añadió que si Bar “hubiera estado vigilando la frontera de Gaza en lugar de cuestiones políticas imaginarias, la masacre del 7 de octubre se habría evitado”.
El ministro de Asuntos de la Diáspora, Amichai Chikli, afirmó en Radio Kol Barama que la carta de Baharav-Miara a Netanyahu, en la que se exige una revisión legal antes de la destitución, “debería ser triturada”. Según Chikli, “el gobierno tiene plena autoridad para removerlo”, y acusó a la fiscal de desviar la atención de las críticas al Shin Bet con investigaciones sobre los asesores del primer ministro.
El diputado del Likud, Moshe Saada, insistió en que la ley permite al primer ministro cesar al jefe del Shin Bet sin justificación. “A diferencia del fiscal general, no se requiere ningún motivo para su destitución”, sostuvo, acusando a Baharav-Miara de desconocer la legislación.
Desde la oposición, Yair Golan, líder del partido Los Demócratas, intensificó sus críticas y calificó a Netanyahu como la “mayor amenaza existencial para Israel”. Aseguró que la destitución de Bar está motivada por el temor a revelaciones en el caso Qatargate, que investiga posibles vínculos ilícitos entre asesores del primer ministro y Qatar. “Netanyahu sabe que es él o la democracia israelí”, advirtió, comprometiéndose a luchar contra la medida.