El ministro de Defensa, Benny Gantz, habla después del primer ministro Netanyahu en la Kirya de Tel Aviv, y saluda igualmente la operación de Gaza, diciendo que las operaciones militares de Israel “sorprendieron” al grupo terrorista Hamás con su intensidad. “El trabajo está hecho, pero no completado”, dice sobre el desafío planteado por Hamás en Gaza.
“Hemos logrado todos nuestros objetivos operativos”, dice, y “hemos hecho retroceder al enemigo durante años”. Hamás “lamenta profundamente lo que decidió hacer” al iniciar este conflicto. La respuesta militar, dice, se había preparado durante meses y años. Y el frente interno israelí demostró ser “tan fuerte como el acero”.
Pero ahora que “la etapa militar ha terminado, es el momento de la acción diplomática”.
“Sobre los escombros de las casas de los líderes de Hamás y de los más de 100 kilómetros de túneles terroristas, debemos construir una nueva realidad”, dice. Eso “no significa acuerdos apresurados, sino procesos a largo plazo que debiliten a los extremistas y fortalezcan y reúnan a los moderados… Hay una oportunidad para la paz”, afirma. “Debemos condicionar el desarrollo y la reconstrucción [en Gaza] no solo a la calma”, sino también a la devolución de los cuerpos de los soldados y de los civiles retenidos como rehenes en Gaza, y a nuevos movimientos para crear “esperanza, crecimiento y moderación”.
“Si no actuamos de forma diplomática, rápida y sabia”, dice, esta operación pasará a ser “simplemente otra ronda de conflicto a la que seguirá la siguiente”.
Pide a Netanyahu que no “convierta una victoria militar sin precedentes en una oportunidad diplomática perdida”, afirmando que la cuestión de la Franja debe tratarse de forma estratégica y diplomática a largo plazo.
Dice que los ciudadanos israelíes, especialmente en el sur, merecen calma. Y la calma también, dice, interesa a los residentes de Gaza: “una calma que pueda dar lugar a un trabajo productivo en lugar de a fábricas de cohetes”, una calma que sustituya al odio y la hostilidad que alimentan sus líderes. Sus líderes mantienen a los gazatíes como rehenes, “en la pobreza y la desesperanza”, dice. “Sería bueno que tuvieran una atención sanitaria moderna, infraestructuras de agua y alcantarillado, y hospitales que no sirvieran de refugio a los terroristas y de almacén de cohetes”.
En cuanto a los disturbios entre judíos y árabes en muchas ciudades mixtas, Gantz ofrece un mensaje de coexistencia, diciendo que hay que reforzar la educación sobre la aceptación del “otro”.