La Oficina del primer ministro de Israel respondió el jueves al informe publicado por The New York Times, que reveló que el presidente estadounidense, Donald Trump, bloqueó un plan israelí para atacar las instalaciones nucleares de Irán.
Durante más de diez años, Netanyahu encabezó la ofensiva internacional contra el programa nuclear iraní. Mientras algunos desestimaban la amenaza y lo tildaban de “paranoico” o de utilizar el tema con fines políticos, impulsó múltiples operaciones, tanto abiertas como encubiertas, con el objetivo de frenar el avance nuclear de Irán. La Oficina del primer ministro afirmó en un comunicado que, gracias a estas acciones, Irán aún no posee armas nucleares.
El comunicado destacó que estas operaciones provocaron un retraso de diez años en el desarrollo del programa nuclear iraní. Según la declaración, ese efecto fue posible debido a la firmeza del primer ministro al enfrentar la oposición interna y externa contra su política de presión máxima sobre Irán. Netanyahu reiteró que Israel no permitirá que Irán adquiera armamento nuclear.
El artículo del New York Times detalló que las Fuerzas de Defensa de Israel habían formulado y aprobado planes para un posible ataque en mayo, pero el operativo quedó suspendido después de que Trump optara por favorecer la vía diplomática con Teherán.
Personas con conocimiento directo de las deliberaciones militares señalaron que la intención del ataque era frenar el programa iraní por un periodo mínimo de un año. No obstante, su ejecución requería la participación activa de Estados Unidos para asegurar la efectividad del ataque y responder ante eventuales represalias por parte del régimen iraní.
El Comando Central de EE. UU., bajo el mando del general Michael Kurilla, ya había movilizado importantes recursos militares en la región. Entre los activos desplegados figuraban portaaviones, sistemas antimisiles y bombarderos furtivos con capacidad para alcanzar instalaciones subterráneas. Aunque oficialmente se destinaban a contener amenazas de los hutíes en Yemen, altos mandos admitieron que también podrían utilizarse contra Irán.
Dentro del gobierno de Trump surgieron posturas contrarias al ataque. Algunas figuras clave, como la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, advirtieron que una acción militar podría desatar un conflicto regional de gran escala, escenario que la administración pretendía evitar a toda costa.
El informe concluyó que la postura oficial de Washington no ha cambiado: se mantiene el enfoque diplomático como prioridad, con la opción militar reservada solo si las negociaciones fracasan.