Los detalles de los acuerdos de la coalición publicados en los medios de comunicación el domingo por la noche revelan que el presidente de Yamina, MK Naftali Bennett, y el presidente de Nueva Esperanza, MK Gideon Sa’ar, que culparon al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu del fracaso de la gobernanza en el Néguev, no solo no aportan soluciones, sino que agravan el problema.
En un comunicado, la organización Regavim señaló que, aparte de aprobar el blanqueo de miles de estructuras ilegales en unos 11.000 dunams (2.718 acres) de tierra para crear «tres nuevas comunidades», los acuerdos de la coalición no estipulan qué ocurrirá con el resto de los campamentos ilegales de beduinos dentro de nueve meses.
Además, ni el Partido Yamina de Bennett ni el Partido de la Nueva Esperanza de Sa’ar tendrán capacidad para influir en el resultado en un gobierno que se mantiene a flote gracias a Mansour Abbas y al partido islamista Ra’am (Lista Árabe Unida).
Los acuerdos de coalición colocan tanto a la Autoridad de Asentamientos Beduinos como a la Comisión de Interior de la Knesset, los actores clave en la cuestión del Néguev, bajo el control total del bloque de izquierdas y de Ra’am.
Esta situación tiene un potencial destructivo sin parangón, ya que marca el camino hacia el abandono total del Néguev, a la vez que premia la construcción ilegal desenfrenada de los beduinos, que pone en peligro el desarrollo saludable del Néguev, que alberga la gran mayoría de las reservas de tierra del Estado de Israel.
Además, los planes para las nuevas ciudades que exigían la demolición de las construcciones ilegales de los beduinos tendrán que ser desechados, ya que la construcción ilegal está programada para ser legalizada bajo el nuevo gobierno.