El jueves, Israel ejecutó una serie de bombardeos en el sur del Líbano, los cuales fueron descritos por fuentes de seguridad libanesas como algunos de los ataques más contundentes desde que Hezbolá comenzó sus ofensivas diarias contra las comunidades del norte de Israel. Estos ataques han tenido lugar desde el inicio de la guerra de Gaza el 7 de octubre.
Según el ejército israelí, los aviones de combate atacaron más de 100 lanzacohetes de Hezbolá ubicados en el sur del Líbano, los cuales estaban listos para ser utilizados contra Israel. En total, se contabilizaron aproximadamente 1.000 barriles de lanzamiento. Además, varios edificios y un depósito de armas pertenecientes a Hezbolá fueron alcanzados en diversas áreas de la región.
Las operaciones comenzaron en la tarde del jueves y se realizaron en oleadas sucesivas. El ejército israelí informó: “Las FDI continúan dañando y degradando las capacidades terroristas y la infraestructura militar de la organización terrorista Hezbolá”.
Estos bombardeos fueron en respuesta a un intenso ataque con cohetes lanzado desde el Líbano hacia comunidades del norte de Israel, mientras el sistema de defensa israelí se mantenía en alerta ante la posibilidad de un conflicto a gran escala con Hezbolá. Eli Bin, jefe del servicio de rescate Magen David Adom, informó al portal de noticias Ynet que una estación de la MDA en Metula fue impactada directamente, aunque no se registraron heridos.
Ese mismo día, dos soldados israelíes murieron en ataques con misiles y drones perpetrados por Hezbolá en el norte de Israel. Las víctimas fueron el mayor Nael Fwarsy, de 43 años, y el sargento Tomer Keren, de 20 años. Nueve soldados resultaron heridos durante las agresiones.
Paralelamente, mientras el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, pronunciaba un discurso televisado en el que prometía venganza por la reciente ola de explosiones que afectaron a operativos del grupo en Líbano y Siria, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, realizó una evaluación de la situación. Durante su intervención, Gallant mencionó que Israel había entrado en “una nueva fase en la guerra” y aseguró que los ataques en el Líbano continuarían con el objetivo de permitir que los residentes desplazados del norte regresen a sus hogares.
“Hezbolá se siente bajo presión”, comentó Gallant en un comunicado en video, destacando que las operaciones militares seguirían avanzando. “Nuestro objetivo es que los habitantes del norte vuelvan sanos y salvos a sus hogares. A medida que pase el tiempo, Hezbolá pagará un precio cada vez mayor”, subrayó. Gallant también reafirmó que Israel mantendría sus esfuerzos por liberar a los rehenes y desmantelar a Hamás.
Los ataques aéreos sobre el Líbano coincidieron con una reunión de altos mandos militares israelíes, quienes discutieron con la cúpula política, incluido el primer ministro Benjamin Netanyahu, diversos planes para enfrentar las tensiones en el frente norte. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) señalaron que intentaban que los desplazados israelíes regresaran a sus hogares sin que la guerra se expandiera a una guerra regional.
Tras los últimos acontecimientos en Líbano, las FDI se mantienen en alerta máxima, previendo que los próximos días continúen siendo intensos. Aunque Israel no ha reivindicado los ataques recientes que han causado la muerte de decenas de personas, en su mayoría terroristas, en el sur del Líbano, no ha descartado futuras acciones.
Hasta el momento, las directrices para la población civil no han cambiado, pero las FDI han asegurado que informarán de inmediato si surge alguna novedad. El Jefe del Estado Mayor de las FDI, el teniente general Herzi Halevi, aprobó nuevos planes de batalla en una evaluación realizada el jueves por la tarde.