La canciller alemana, Angela Merkel, dijo el domingo que Berlín no exportará armas a Arabia Saudita por el momento después de la muerte violenta del periodista disidente Jamal Khashoggi.
“Estoy de acuerdo con todos los que dicen que cuando se trata de nuestras ya limitadas exportaciones de armas (a Arabia Saudita) que no pueden tener lugar en la situación actual”, dijo a los reporteros en la sede de su partido.
Su ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, ya había dicho el sábado que actualmente no veía “ninguna base para tomar decisiones en favor de la exportación de armas a Arabia Saudita”.
El mes pasado, Alemania aprobó exportaciones de armas por valor de 416 millones de euros ($ 480 millones) a Arabia Saudita para 2018. En el pasado, las exportaciones militares de Berlín a Arabia Saudita consistían principalmente en barcos patrulleros.
Merkel reiteró que condenó el asesinato de Khashoggi “en los términos más firmes” y vio una “necesidad urgente de aclarar” el caso.

“Estamos lejos de ver todo lo que hay en la mesa y de que los responsables sean llevados ante la justicia”, dijo.
Merkel agregó que continuará consultando con socios internacionales sobre una reacción coordinada al caso.
Alemania y Arabia Saudita solo devolvieron a sus embajadores en septiembre después de 10 meses de relaciones congeladas tras las críticas de Berlín a lo que dijo fue la injerencia de Arabia Saudita en los asuntos libaneses.
El caso de Khashoggi abrió una nueva y seria brecha entre los socios europeos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, y dijo en una declaración conjunta que Arabia Saudita debe aclarar cómo Khashoggi murió en el interior de su consulado de Estambul, y que su narración debe “estar respaldada por hechos para ser considerada creíble”.
Después de una quincena de negaciones, las autoridades sauditas admitieron el sábado que Khashoggi, columnista del Washington Post y crítico prominente del poderoso príncipe heredero Mohammed bin Salman, fue asesinado luego de ingresar al consulado en Turquía el 2 de octubre.
Pero se ha enfrentado a un creciente coro de incredulidad por su tardía explicación de que murió en una “pelea”, mientras las potencias mundiales exigen respuestas y el paradero de su cuerpo.