Se está produciendo una vigorosa guerra mediática sobre si hay que culpar tanto a China como a la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la propagación del coronavirus y la tragedia mundial que ha generado. Los medios conservadores dirigen su fuego a ambos objetivos y defienden específicamente la decisión del presidente Trump de cortar los nuevos fondos para la OMS. Los periodistas centristas y liberales intentan refutar las críticas a la OMS y sostienen que la necesidad de una financiación continua y la cooperación internacional que encarna la OMS es más urgente que nunca, dada la gravedad de la actual pandemia mundial. Sin embargo, es una posición cada vez más incómoda, porque los defensores de la OMS se enfrentan a la tarea de defender la organización sin parecer que defienden sus acogedoras conexiones con el régimen comunista de China.
Ese acto de equilibrio es especialmente difícil en los Estados Unidos, dado el aumento de la opinión pública que culpa a Beijing de la propagación del virus. Una nueva encuesta de Harris encuentra que el 77% de los estadounidenses responsabilizan al gobierno chino. Además, hay un amplio acuerdo bipartidista en ese tema. La narrativa cada vez más prominente es que no solo la pandemia se originó en China, sino que los funcionarios chinos retuvieron durante semanas información clave que podría haber permitido a otros países adoptar medidas que impidieran la propagación del mortal virus. A finales de marzo, más de un mes después de que estallara la crisis, el Secretario de Estado Mike Pompeo acusó al gobierno chino de seguir ocultando información importante.
Los medios conservadores están especialmente decididos a promover las acusaciones sobre la falta de transparencia de Pekín, con los comentaristas de Fox News encabezando la acusación. Pero incluso algunas publicaciones centristas y liberales han comenzado a publicar artículos que acusan al gobierno de China de “prácticas engañosas” y culpan principalmente al régimen de Xi Jinping por la pandemia.
Un número creciente de críticos también critica a la OMS por ser totalmente servil a Beijing. El consejo editorial del Wall Street Journal declaró sin rodeos que las “reverencias a Beijing” de la OMS habían dañado gravemente la respuesta internacional al virus. Otras publicaciones conservadoras se hicieron eco de esas acusaciones. Esencialmente, acusan a la OMS de ser el cómplice voluntario de la China comunista, o al menos su facilitador.
Dos acusaciones son especialmente prominentes. La primera es que los funcionarios de la OMS repitieron reflexivamente las posiciones engañosas de Beijing sobre la naturaleza y la propagación del virus, y las declaraciones de la OMS fueron tan positivas sobre la actuación de China en la contención de la propagación que esas declaraciones equivalieron a un adulterio. La otra queja es que la OMS había hecho obedientemente lo que le pedía Beijing y excluyó a Taiwán de participar en los esfuerzos colectivos para detener la propagación del virus, a pesar de que Taipei había tenido un éxito notable en sus propios esfuerzos de contención. Al igual que en otros asuntos relacionados con el coronavirus, algunas de esas críticas se están extendiendo más allá de las habituales publicaciones conservadoras para convertirse en publicaciones moderadas e incluso de centro-izquierda.
No obstante, la mayoría de las reacciones de los medios de comunicación a la decisión del presidente Trump del 14 de abril de cortar la nueva financiación de la OMS tendieron a seguir líneas ideológicas, al igual que la reacción en el Congreso. Las publicaciones conservadoras y anti-chinas generalmente alabaron la acción del presidente. La mayoría de los liberales previsiblemente criticaron la medida como excesiva y contraproducente. Sin embargo, era notable que pocos en esta última facción defendieran la relación de la OMS con China como parte de la justificación para oponerse al edicto de Trump. Un intento de exonerar completamente a la OMS y al menos parcialmente a China, fue un artículo del New York Times de Richard Pérez-Peña y Donald G. McNeil Jr.
Sin embargo, la mayoría de los defensores de la OMS han tratado diligentemente de separar los dos temas. Escribiendo en The Hill, la consultora internacional K. Riva Levinson, hizo la distinción enfáticamente, diciendo “la OMS cometió errores, pero es China la que debe rendir cuentas”. Algunos han ido aún más lejos, planteando dudas sobre lo acertado del recorte de fondos de Trump, pero reconociendo que la OMS, al igual que China, no había manejado bien la información sobre el brote de coronavirus.
En contraste con la postura defensiva de la mayoría de los partidarios de la OMS, los defensores del recorte de fondos suelen destacar el ángulo de China en sus ataques a la OMS. Gordon G. Chang, que durante mucho tiempo golpeó al régimen comunista, afirmó que Trump tenía razón al poner fin a la financiación debido a la colaboración de la organización en el programa de desinformación de Beijing y su exclusión de Taiwán. Los libertarios se han unido a los conservadores en el ataque a la OMS por su conexión con China. Un artículo de un crítico de la emblemática publicación libertaria Reason Magazine afirmó que la OMS “ayudó a difundir las mentiras chinas sobre COVUD-19”.
A pesar de los intentos de los medios de comunicación establecidos por finiquitar el problema de la relación de la OMS con China, es probable que esa tarea se haga más difícil, y no menos, de cara al futuro. El grado de hostilidad pública en los Estados Unidos hacia el gobierno chino en general, y su papel en relación con la pandemia de coronavirus en particular, hará que la expresión de esa posición sea cada vez más peligrosa para la reputación de los periodistas. Las fuerzas anti-China y anti-OMS huelen la sangre, y no van a cesar sus ataques a ninguno de los dos objetivos.