Por muy torpe que haya sido la administración Trump al abordar el actual problema de salud, cuente con que los demócratas salgan de esto luciendo mucho peor mientras tratan de usar la crisis como una excusa para impulsar sus irritantes causas de justicia social.
Imagínese saber que un tercio de la economía estadounidense se ha cerrado en medio de una pandemia, y para hacer frente a la emergencia, los demócratas entraron en acción elaborando un proyecto de ley multimillonario que, entre otras cosas, ordena que cualquier empresa que necesite ayuda financiera “adopte una política, plan o estrategia para promover la diversidad racial, étnica y de género”.
Imagine que se entera de que decenas de miles de personas han sido infectadas con una nueva enfermedad que se remonta a un húmedo e insalubre mercado de mariscos en China, y la respuesta de los demócratas y liberales en los medios de comunicación nacionales es avergonzar agresivamente a cualquiera que se atreva a señalar los orígenes del virus.
Imaginen que se enfrentan a un nuevo virus mortal en todo el mundo y que las medidas adoptadas por el presidente para contener su propagación (de nuevo, en el lugar donde comenzó el contagio) fueran calificadas por el presunto candidato presidencial demócrata como “xenófobas” y “racistas”.
Todo eso ha ocurrido en el curso de las últimas dos semanas, mientras que el número de personas muertas en los Estados Unidos por el virus se ha acercado a las 1.000, y el número de demandas semanales de desempleo podría alcanzar los 3,4 millones.
El proyecto de ley de ayuda económica propuesto recientemente por los demócratas de la Cámara de Representantes habría ordenado que “cualquier corporación que reciba ayuda federal relacionada” con el virus haga un balance de la “identidad de género, raza y etnia” de todos sus empleados, sus proveedores de material y sus miembros de la junta directiva. El propósito, naturalmente, sería asegurar que las corporaciones que acepten la financiación “mantengan funcionarios y presupuestos dedicados a iniciativas de diversidad e inclusión…”.
Me pregunto cuánta gente perdió su trabajo mientras los raritos que insertaron esa parte en el proyecto se daban palmaditas en la espalda.
Siguiendo las referencias del presidente al coronavirus por su país de origen, o como “chino”, el representante demócrata de California, Ted Lieu, escribió en el Washington Post que “la repetida insistencia en llamar al coronavirus el ‘virus chino’ es más que xenófoba; causa daño tanto a los asiático-americanos como a la respuesta de la Casa Blanca a esta pandemia que amenaza la vida”.
Lo siento, pero la gente merece saber dónde se originó el virus porque, con suerte, entonces el gobierno chino se sentirá presionado a tomar en serio la prevención de que sus ciudadanos comercien y coman animales salvajes.
Joe Biden, que casi ha obtenido la nominación, no tiene un historial especialmente brillante en lo que se refiere a la lucha contra las pandemias virales. Como vicepresidente de la administración Obama, ayudó a supervisar la propagación no solo de una sino de dos enfermedades mortales en todos los EE.UU. y aun así no puso nada en marcha para que ellos, o cualquier futura administración, estuvieran mejor preparados para manejar otra.
Y, sin embargo, Biden recurrió a Twitter la semana pasada para llamar al manejo de Trump de la crisis “alarmismo xenófobo”.
¿Alguna de estas personas se escucha a sí misma cuando habla?
Sí, la administración Trump ha hecho un trabajo terrible distribuyendo más kits de prueba que los Estados necesitan para un diagnóstico rápido. ¿Pero quién no aceptaría una prueba retrasada por la insistencia de los demócratas de que la “justicia social” es más importante que salvar vidas y salvar empleos?