Organizaciones de derechos humanos iniciaron una acción legal el martes en el Tribunal Superior de Londres contra la decisión del gobierno británico de suministrar componentes para aviones F-35 utilizados por Israel en Gaza. Alegan que estas piezas, exportadas a través de una cadena global de suministro, violan el derecho internacional y contribuyen a crímenes contra palestinos.
Amnistía Internacional Reino Unido, liderada por Sacha Deshmukh, denunció en una protesta frente a los Tribunales Reales de Justicia que las armas británicas participan en violaciones graves de derechos humanos, incluido el genocidio. Las pruebas presentadas vinculan los componentes del Reino Unido con los bombardeos de Israel en Gaza, según los demandantes.
En septiembre, el gobierno suspendió 30 de las 350 licencias de exportación para equipos destinados a la guerra en Gaza, citando riesgos de violaciones al derecho humanitario. Sin embargo, mantuvo excepciones para piezas de los F-35, decisión que los grupos califican como una “laguna legal deliberada” que contradice la propia evaluación británica sobre el cumplimiento de Israel con normas internacionales.
Al-Haq, organización palestina, y la Red Global de Acción Legal lideran la demanda. Israel, que en 2022 cerró las oficinas de Al-Haq en Ramala tras designarla como grupo terrorista, no ha presentado pruebas sólidas de sus vínculos con el Frente Popular para la Liberación de Palestina, según la comunidad internacional. Los demandantes sostienen que el Reino Unido no debería exportar piezas ante las evidencias de su uso en atrocidades.
Funcionarios británicos defienden las exportaciones, argumentando que detenerlas pondría en riesgo la seguridad global. Aunque el Reino Unido provee solo el 15 % de los componentes de los F-35, incluidos sistemas de puntería láser, estos aviones participan en los bombardeos en Gaza, descrita por el secretario general de la ONU como un “campo de exterminio”.
Charlotte Andrews-Briscoe, abogada de la Red Global de Acción Legal, criticó al gobierno británico por ignorar su legislación nacional al continuar el suministro de armas a Israel. La audiencia, que se extenderá por cuatro días, concluirá con una decisión en una fecha posterior.
La guerra comenzó tras un ataque de Hamás el 7 de octubre, cuando miles de terroristas mataron a 1.200 personas, principalmente civiles, y tomaron 251 rehenes en el sur de Israel. El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, reporta 52.800 muertos, sin distinguir entre civiles y combatientes. Israel afirma haber eliminado a 20.000 combatientes en Gaza hasta enero y a 1.600 terroristas en su territorio. Además, sostiene que Hamás usa civiles como escudos humanos, operando desde zonas residenciales, hospitales y escuelas.