Puede que el presidente ruso Vladimir Putin esté sufriendo una humillante derrota militar en Ucrania, pero reducir el apoyo estadounidense a Kiev -como sugieren algunos políticos estadounidenses- no sólo constituirá una traición desmedida a la causa ucraniana. Alentará a Putin, y a aliados como Irán, a realizar más actos de agresión territorial.
Con el conflicto ucraniano ya en su octavo mes, es quizás inevitable que se haya instalado un cierto grado de fatiga por el conflicto entre algunos políticos. Pero como Ucrania sigue consiguiendo infligir importantes derrotas a su adversario ruso, los ucranianos necesitan más apoyo, no menos, si quieren conseguir su objetivo de lograr una victoria concluyente y liberar a su país de la ocupación rusa.
Sin embargo, es preocupante que en lugar de intensificar el apoyo militar a Kiev para proporcionarle la potencia de fuego que necesita para lograr la victoria sobre Rusia, las clases políticas estadounidenses se estén cansando de su papel de apoyo y estén buscando formas de reducir su contribución.
El intento más atroz de los políticos estadounidenses de lavarse las manos en el conflicto ucraniano fue, con mucho, una carta escrita por una camarilla de demócratas de izquierdas en la que se pedía al presidente Joe Biden que negociara directamente con Rusia para poner fin al conflicto, un enfoque que equivale a una traición imperdonable a la causa ucraniana.
Treinta liberales de la Cámara de Representantes vinculados al Caucus Progresista del Congreso enviaron una carta a la Casa Blanca el 24 de octubre en la que instaban a Biden a negociar directamente con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania. Desde entonces, la carta ha sido retirada después de que suscitara agrias críticas por parte de otros demócratas, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en su intervención en Croacia en una cumbre sobre el conflicto, insistió en que “el apoyo a Ucrania y al pueblo” no cesará, afirmando que “el apoyo a Ucrania es bipartidista, es bicameral”.
Sin embargo, la carta contenía las firmas de los sospechosos habituales de la izquierda del Partido Demócrata: los Reps. Jamie Raskin (MD), Alexandria Ocasio-Cortez (NY), Cori Bush (MO), Ro Khanna (CA) e Ilhan Omar (MN) – indica que hay un cuerpo de opinión significativo en el Congreso donde el apoyo a Ucrania está disminuyendo.
Tampoco son sólo los demócratas los que han expresado sus reservas sobre el conflicto ucraniano. Kevin McCarthy, líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, causó controversia a principios de este mes cuando dijo que los republicanos no estarían dispuestos a extender un “cheque en blanco” para Ucrania si ganan el control de la Cámara en las elecciones de mitad de período del próximo mes.
Las palabras de McCarthy provocaron una feroz respuesta de la representante republicana de Wyoming, Liz Cheney, que le acusó de ser el líder del ala “pro-Putin” del GOP.
Funcionarios ucranianos también expresaron su “conmoción” por sus comentarios, ya que hace sólo unas semanas, durante una visita a Washington, habían recibido la garantía de McCarthy de que “el apoyo bipartidista a Ucrania en su guerra con Rusia seguirá siendo una prioridad absoluta, incluso si ganan en las elecciones”, dijo David Arakhamia, jefe del partido del presidente ucraniano Volodymyr Zelenksy en el Parlamento.
No es la primera vez que afloran las reservas republicanas sobre Ucrania. En mayo, los senadores republicanos y los representantes de la Cámara de Representantes se opusieron a un paquete de ayuda a la seguridad de 40.000 millones de dólares solicitado por Kiev, y se teme que la disidencia republicana sobre el tema aumente en el próximo Congreso.
El debilitamiento del apoyo a la causa ucraniana tampoco se limita a Washington. En Gran Bretaña, la elección del primer ministro Rishi Sunak, que ha declarado que arreglar la economía del Reino Unido es su principal prioridad, podría alejarle del apoyo inequívoco a Kiev del anterior primer ministro Boris Johnson. Y en Italia, una de las primeras tareas de la recién elegida primera ministra Giorgia Meloni fue reprender al ex líder italiano Silvio Berlusconi por sus estrechos vínculos con Putin.
Desde el punto de vista de Ucrania, los diversos llamamientos a Occidente para que adopte un enfoque diferente en la guerra con Rusia no podrían llegar en peor momento. Tras los recientes éxitos de las fuerzas ucranianas en el campo de batalla, hay indicios de que Moscú se está preparando para lanzar una nueva ofensiva. Putin ha pedido a la industria rusa que proporcione más armas, y se está presionando a los reclutas para que entren en servicio y refuercen las fuerzas rusas en el frente ucraniano.
Además, Rusia está recibiendo ayuda militar de Irán, que está proporcionando aviones no tripulados y otros equipos, y los servicios de inteligencia de Estados Unidos informan de que un contingente del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán está operando en la Crimea ocupada por Rusia.
La perspectiva de que se forme un nuevo “eje del mal” entre dos Estados canallas como Rusia e Irán es ciertamente una perspectiva que debería animar a los líderes occidentales a endurecer su apoyo a Ucrania, no a retroceder.
Cualquier intento por parte de Estados Unidos y sus aliados de apaciguar al Kremlin por su agresión no provocada contra Ucrania no hará más que alentar a Moscú y a Teherán en la creencia de que las potencias occidentales carecen del valor y la resolución necesarios para resistir sus intentos de extender su influencia maligna por todo el mundo.