La decisión del presidente Vladimir Putin de anunciar una movilización parcial de los efectivos rusos al servicio de la victoria en la guerra contra Ucrania representa uno de los puntos de inflexión más importantes desde el inicio de la guerra.
La declaración de Putin se produjo tras el éxito de la ofensiva ucraniana en la región de Kharkiv y junto a una segunda ofensiva contra Kherson, controlada por Rusia. Al mismo tiempo, Rusia reveló planes para acelerar una serie de referendos en los territorios ocupados que podrían proporcionar la base legal para la anexión de grandes partes de Ucrania.
En conjunto, los anuncios abren una nueva fase de la guerra, con implicaciones tanto a corto como a largo plazo.
El corto plazo en Ucrania
A corto plazo, la movilización repercutirá en la guerra principalmente por el cambio de los horizontes temporales. Los reclutas rusos recién formados tardarán algún tiempo en llegar al frente y en integrarse en las formaciones. Una afluencia de personal poco entrenado y poco motivado podría estabilizar partes de la línea escasamente defendidas, pero no supondrá de por sí un cambio fundamental en el equilibrio del conflicto. La moral rusa podría beneficiarse al saber que la ayuda está en camino, aunque adelantar el final de la guerra al horizonte podría tener el efecto contrario, especialmente para las tropas que no preveían una guerra larga y prolongada. Hay algunos indicios, por ejemplo, de que los soldados rusos recién movilizados están buscando rendirse o desertar antes que luchar en Ucrania.
Por otro lado, la orden de movilización puede motivar a Ucrania, Rusia y el resto del mundo a cambiar de comportamiento en los próximos meses. Para Kiev la situación está clara; durante los próximos meses las fuerzas ucranianas sobre el terreno pueden tener una ventaja sustancial, pero a medida que Rusia lleve a cabo su movilización esa ventaja podría disminuir. Por tanto, Kiev tiene fuertes incentivos para aprovechar al máximo el equilibrio de poder favorable en el que se encuentra ahora. Esto puede inclinar a Kiev a adoptar un enfoque más agresivo y que acepte riesgos para recuperar el territorio de los rusos.
Para los participantes indirectos de Europa y Norteamérica, la movilización rusa indica que Moscú no cree estar ganando el conflicto, pero también que no piensa abandonarlo pronto. Esto ha reafirmado el compromiso de muchos de seguir apoyando a Ucrania, aunque plantea difíciles cuestiones sobre la duración y el alcance de los trastornos económicos que han acompañado al conflicto.
Ucrania a largo plazo
A largo plazo es más difícil decir cómo se desarrollarán los aspectos militares de la movilización. ¿Cuánto tiempo tardará Rusia en reconstituir su poder de combate en una fuerza que pueda realizar operaciones ofensivas? La respuesta corta es que no lo sabemos. Los informes procedentes de Rusia indican que el sistema de adiestramiento y movilización, que había caído en picado desde el colapso de la Unión Soviética, puede haber sufrido mucho durante los primeros meses de este conflicto. Es muy posible que el ejército ruso haya canibalizado sus formaciones de entrenamiento con el fin de proporcionar un impulso de mano de obra a corto plazo en el frente. De ser cierto, esto significa que las tropas llegarán al frente con un entrenamiento mínimo, incurriendo probablemente en enormes bajas.
Los rusos también han perdido importantes cantidades de equipo moderno, y aunque la industria rusa puede producir municiones de baja tecnología, no parece tener la capacidad de fabricar tanques o aviones a un ritmo que pueda reemplazar las pérdidas. ¿Podría Rusia comprar suficiente equipo para mantener sus fuerzas suficientemente capitalizadas? Probablemente no, a menos que China decida intervenir en el conflicto de forma importante. Las compras rusas de aviones no tripulados iraníes ya han tenido un impacto en la guerra, pero es poco probable que en cantidad o en eficacia resulten decisivas. Las pérdidas de aviones rusos de ala fija han sido extremas, hasta el punto de que las aeronaves rusas ya no proporcionan un apoyo básico a las líneas del frente.
Pensar en la guerra a largo plazo también cambia las ecuaciones económicas. Hasta ahora, ni Rusia ni Occidente han sido capaces de infligir al otro el suficiente daño económico como para tener un efecto coercitivo útil. En un horizonte más largo, hay pocas razones para pensar que la anémica economía rusa pueda superar a las economías mucho más grandes de sus competidores occidentales. Al desaparecer la conmoción inicial de la invasión, la capacidad de Rusia de utilizar la energía como arma (y de beneficiarse de los altos precios de la energía) también está disminuyendo.
¿Qué hará Putin a continuación?
Putin se resistió a la decisión de movilizar la capacidad bélica de Rusia, probablemente por la preocupación de que esa medida restara apoyo a la guerra en su país. Probablemente deberíamos confiar en sus instintos políticos; la movilización es una medida peligrosa para el régimen, que esperaba ganar una guerra rápidamente y ahora se enfrenta tanto a protestas como a un éxodo masivo de hombres en edad militar.
En el campo de batalla, no es evidente que la movilización vaya a transformar el problema básico de Moscú, que es que las fuerzas ucranianas se están fortaleciendo mientras las rusas se debilitan.