El mandatario turco Recep Tayyip Erdogan ha expresado su deseo de instaurar una nueva Constitución, lo cual ha generado inquietud por la posibilidad de una mayor concentración de su poder.
El deseo de una Constitución “libertaria”
Según afirmó en una ceremonia para jueces y fiscales, Erdogan aspira a que Turquía se aproxime a su centenario republicano con una Constitución civil y libertaria, dejando atrás la actual, producto de un golpe militar de 1980.
Las dudas sobre sus intenciones no tardaron en surgir. Observadores políticos sugieren que el propósito de Erdogan es usar la nueva Constitución para enraizar valores sociales conservadores y cambiar la normativa electoral a su favor.
Esto podría incluir la reducción del porcentaje de votos requeridos para ganar la presidencia, y la inclusión de valores islámicos en detrimento del laicismo.
Implicaciones para las futuras elecciones
El experto en política turca Özgür Ünlühisarcıklı sospecha que Erdogan también busca fortalecer su alianza conservadora y dividir a la oposición mediante este proceso constitucional.
En este sentido, el analista de Oriente Medio, Ryan Bohl, argumenta que Erdogan, podría usar la nueva Constitución para mantener su partido, Justicia y Desarrollo, en el poder, a pesar de su decreciente popularidad.
Esto se lograría a través de un mayor control gubernamental sobre el poder judicial y el favorecimiento del voto rural.
Desafíos para la aprobación de la nueva Constitución
Para implementar su propuesta, Erdogan necesita una considerable mayoría parlamentaria o, en su defecto, el apoyo de legisladores no pertenecientes a su coalición para llevar a cabo un referéndum popular.
En 2017, Erdogan ya consiguió aprobar un referéndum para ampliar los poderes presidenciales. Según Bohl, el líder turco podría intentar utilizar tácticas similares para conseguir respaldo a su nueva propuesta.
Repercusiones internacionales de la propuesta
Bohl afirma que la reacción estadounidense a este posible cambio constitucional probablemente será limitada, dada la importancia estratégica de Turquía en la alianza de la OTAN, especialmente frente al conflicto con Rusia en Ucrania.
Ankara ha desempeñado un papel crucial en los intercambios de prisioneros y en la negociación de un acuerdo para exportar grano ucraniano a través del mar Negro, situándose como un actor de peso en el tablero geopolítico.
El papel de los inversores extranjeros
La única cosa que podría hacer reconsiderar a Erdogan, según Bohl, es la posible reacción adversa de los inversores extranjeros. La preocupación radica en que la nueva Constitución pueda institucionalizar políticas económicas que han sido consideradas causantes de los problemas financieros de Turquía.
Las implicaciones de esta posible reconfiguración del poder en Turquía, tanto interna como externa, son todavía inciertas. Se espera que la situación evolucione en los próximos meses.