La situación en Afganistán es cada vez más grave para los estadounidenses varados allí, y parece inevitable que algunos queden tras las líneas enemigas cuando el presidente Joe Biden retire al resto de nuestros militares de la región el 31 de agosto. Pero el gobierno de Biden, que parece estar preparándose para esta realidad, la está ignorando con un nuevo argumento: no es nuestra culpa, es la suya.
Cuando se le preguntó por qué Estados Unidos no empezó a evacuar a nuestros ciudadanos y aliados de Afganistán antes, el embajador en funciones de Estados Unidos en Afganistán, Ross Wilson, dijo que se les dio aviso más que suficiente para que se fueran desde marzo o abril.
“Nunca en mis 40 años de trabajo, desde que empecé a trabajar en el Departamento de Estado, había visto un lenguaje tan fuerte. La gente decidió no marcharse. Eso es asunto suyo. Es su derecho”, dijo Wilson a CBS News el miércoles. “Lamentamos ahora que muchos puedan encontrarse en una posición en la que preferirían no estar. Y estamos decididos a intentar ayudarles”.
Dejando a un lado la vileza de Wilson al culpar a las víctimas, lo que dice no es cierto. Biden decía el mes pasado que la toma de posesión de los talibanes “no era inevitable” porque el gobierno y el ejército afganos eran capaces de defenderse por sí mismos. También refutó los informes de la comunidad de inteligencia de que el gobierno afgano se derrumbaría tan pronto como Estados Unidos se fuera.
“Las tropas afganas tienen 300.000 efectivos bien equipados, tan bien equipados como cualquier ejército del mundo, y una fuerza aérea contra algo así como 75.000 talibanes. No es inevitable”, dijo en julio.
Los estadounidenses en Afganistán le tomaron la palabra a Biden. Nuestro presidente les aseguró que su retirada no provocaría el caos, y le creyeron. No es su culpa que haya mentido; no es su culpa que haya creado las condiciones que los han dejado varados.
Nadie más que Biden tiene la culpa de esta tragedia, y si un solo estadounidense se queda atrás por las decisiones que tomó, debería ser obligado a asumirlo.