Estados Unidos, bajo la dirección del presidente Donald Trump, avanza en la implementación de un escudo antimisiles denominado “Cúpula Dorada”. La iniciativa, ordenada una semana tras su investidura en enero de 2025, contempla el despliegue de interceptores de misiles en el espacio. El objetivo consiste en neutralizar amenazas balísticas e hipersónicas que puedan comprometer la seguridad nacional.
El Kremlin, a través de su portavoz Dmitri Peskov, expresó que la decisión de Estados Unidos constituye un asunto de soberanía nacional. “Cada país enfrenta amenazas de misiles y, en consecuencia, desarrolla sistemas de defensa”, afirmó Peskov en una declaración a la prensa. Esta postura marca un cambio respecto a críticas previas de Rusia, que calificó el proyecto como un factor de desestabilización global.
Trump, al anunciar detalles sobre la financiación inicial del programa, destacó su relevancia. “Este proyecto resulta crucial para el éxito y la supervivencia de nuestra nación”, aseguró el presidente en un mensaje reciente. La propuesta ha generado debates sobre su impacto en la estabilidad estratégica internacional.
Peskov subrayó la necesidad de retomar diálogos bilaterales. “Los acontecimientos futuros demandarán contactos para restaurar la estabilidad estratégica”, indicó, aludiendo a negociaciones más amplias sobre control de armas nucleares. Sus comentarios llegan tras una conversación telefónica entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, que el líder estadounidense describió como “muy positiva”.
Desde su llegada al poder, Trump ha priorizado mejorar las relaciones con Rusia. Sus esfuerzos incluyen acercamientos directos con Putin para mediar en la guerra en Ucrania, que persiste desde hace tres años. Sin embargo, Rusia había advertido antes que la “Cúpula Dorada” podría transformar el espacio en un “campo de batalla”, lo que refleja tensiones previas sobre el proyecto.