Desde la disolución de la Unión Soviética, han aumentado los vínculos políticos, socioeconómicos y culturales entre Rusia y los países de Asia Central, incluido Uzbekistán. Como uno de los socios prioritarios de Rusia en las esferas económica, financiera y comercial, numerosos Estados de Asia Central han colaborado con Moscú para mantener unas relaciones estrechas. En 2021, Rusia desbancó a China como principal socio comercial de los Estados de Asia Central por primera vez desde 2014. Desde que el presidente Shavkat Mirziyoyev asumió el poder en 2016, las relaciones entre Rusia y Uzbekistán han aumentado considerablemente, ya que el volumen de comercio alcanzó los 7.500 millones de dólares en 2021, lo que es bastante más que el comercio bilateral de Uzbekistán con China. Tras la anexión de Crimea en 2014, debido a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), Rusia se centró en reforzar sus relaciones con los Estados de Asia Central. Para seguir profundizando en las relaciones económicas, Rusia condonó una deuda de 865 millones de dólares a Uzbekistán. La ampliación de la cooperación entre Rusia y Uzbekistán permitió incluso que este último tuviera el estatus de observador en la Unión Económica Euroasiática (UEE).
Tras la invasión rusa de Ucrania, Estados Unidos y la UE emitieron un paquete de sanciones sin precedentes destinado a perjudicar la economía rusa y castigar a las élites rusas. Muchas empresas occidentales de sectores que van desde la alimentación hasta las finanzas abandonaron voluntariamente Rusia, mientras que otras, como las empresas tecnológicas y automovilísticas, cortaron completamente sus vínculos. Estas empresas crearon una amplia gama de oportunidades de empleo para la mano de obra local. Sin embargo, ahora los analistas occidentales y el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostican que Rusia experimentará un declive en su crecimiento y desarrollo económico. El Ministerio de Desarrollo Económico ruso informó este mes de que el producto interior bruto (PIB) disminuyó un 5% en septiembre en términos interanuales, mientras que la inflación se situó en el 12,9% en octubre.
Debido a las bajas tasas de natalidad y al declive demográfico, la economía rusa depende cada vez más de los trabajadores inmigrantes desde el año 2000. La mano de obra migrante está formada por unos 14 millones de trabajadores de diversos países, aunque muchos proceden de los estados vecinos de Asia Central. Sin embargo, las sanciones occidentales podrían contribuir a un aumento de la tasa de desempleo en Rusia y debilitar la demanda de trabajadores migrantes. Además, debido a la depreciación del rublo y a la elevada tasa de inflación, los ingresos y las remesas de los trabajadores emigrantes disminuirán considerablemente.
Rusia es el principal destino de los emigrantes laborales uzbekos debido a los lazos históricos, la lengua común y el acceso sin visado para los titulares de pasaportes uzbekos. Aproximadamente el 70% de los trabajadores migrantes uzbekos emigran a Rusia, concretamente a Moscú y San Petersburgo. Según el Ministerio del Interior de Rusia, 4,5 millones de trabajadores migrantes registrados procedían de Uzbekistán en 2021. Además, las remesas por valor de 7.600 millones de dólares que llegaron a Uzbekistán desde Rusia en 2021 representaron el 11,6% de su PIB y el 55% del total de las remesas del país.
La dependencia de Uzbekistán del mercado laboral ruso y las sanciones impuestas por los países occidentales afectarán negativamente a sus políticas de empleo, seguridad social y crecimiento económico. Según las previsiones del FMI, el crecimiento del PIB de Uzbekistán se reducirá entre un 3% y un 4% debido a la disminución de las remesas y de la financiación procedente de Rusia. Un análisis del Banco Mundial concluyó que se espera que las remesas de Rusia a Uzbekistán disminuyan un 21% en 2022. Fitch Ratings también estudió el impacto de la guerra ruso-ucraniana desde el punto de vista monetario y concluyó que la tasa de inflación y el déficit por cuenta corriente de Uzbekistán aumentarán en los próximos años.
El estallido de la guerra en Ucrania alteró rápidamente la vida de los emigrantes laborales uzbekos en Rusia. En el primer trimestre de 2022, 133.000 ciudadanos uzbekos abandonaron Rusia. Una encuesta realizada a 15.000 uzbekos por la Agencia para la Migración Laboral Exterior de Uzbekistán reveló que un 40 por ciento expresó su voluntad de regresar a Uzbekistán debido a la pérdida de empleo (15 por ciento) y a la inestabilidad del tipo de cambio (25 por ciento). Asimismo, otro 24 por ciento de los encuestados declaró que no estaba interesado en regresar a Uzbekistán, ya que actualmente estaba trabajando, pero que podría considerarlo si perdía su empleo.
El impacto de las sanciones occidentales contra Rusia en la economía uzbeka tiene efectos tanto económicos como sociales. Debido a las sanciones financieras y económicas, el valor del rublo frente al dólar estadounidense se debilitó y, por tanto, disminuyó el valor nominal en dólares estadounidenses de las remesas enviadas en rublos. Teniendo en cuenta que la mayoría de los emigrantes uzbekos envían su dinero a casa en dólares estadounidenses, un rublo más débil disminuirá el valor de las remesas. La desaceleración de las remesas arrastrará el crecimiento económico futuro, aumentará el déficit por cuenta corriente (sin contar con el riesgo de que disminuya el valor del soum uzbeko) e impulsará la inflación. Evidentemente, esta evolución perjudicará la salud macroeconómica de Uzbekistán.
Pero la devaluación del rublo será especialmente perjudicial para los trabajadores uzbekos poco cualificados y aumentará temporalmente el desempleo. Las remesas estimulan la demanda en la economía uzbeka al fomentar el gasto en consumo, servicios sanitarios, automóviles, inmuebles, bodas y mejoras en el hogar, especialmente en las regiones de Khorezm, Surkhandaryo y Andijan. Aproximadamente el 80% de los trabajadores emigrantes uzbekos en Rusia son hombres. Las familias con ingresos medios bajos en las regiones de Uzbekistán que dependen de las remesas reducirán su demanda agregada de bienes y servicios a medida que se empobrezcan. A su vez, la menor demanda agregada y las mayores tasas de desempleo, especialmente en las regiones dependientes de las remesas, perturbarán la estabilidad macroeconómica y situarán la estabilidad de los precios y el desempleo en el centro de la agenda política.
Para hacer frente a estos retos, el gobierno uzbeko debería, en primer lugar, investigar los hogares de las regiones dependientes de las remesas y buscar formas de ayudar a estas familias. Por supuesto, no es posible dar empleo a los trabajadores migrantes a corto plazo, por lo que la creación y el apoyo de oportunidades de autoempleo por parte del Estado pueden aliviar este problema. Recientemente, el gobierno uzbeko introdujo un nuevo sistema llamado “mahallabay ishlash tizimi”, o sistema de trabajo en el barrio. El sistema tiene en cuenta las fuentes de ingresos de las familias, incluido el uso de la tierra y sus necesidades de empleo remunerado. Luego, basándose en las circunstancias de la familia, el gobierno proporcionará asistencia práctica para encontrar oportunidades de trabajo, especialmente a los jóvenes y mujeres desempleados, dirigiéndolos a cursos de formación profesional y empresarial.
Otra medida esencial que debería adoptar el gobierno uzbeko es encontrar nuevos canales de migración laboral para evitar una crisis de desempleo. La cooperación con Turquía, Corea del Sur, Polonia, Hungría, la República Checa y Finlandia podría ayudar a tensar temporalmente los mercados laborales. Por ejemplo, negociar con el gobierno húngaro el envío de trabajadores migrantes desde Uzbekistán podría ser ventajoso para ambos países. Uzbekistán podría reducir su tasa de desempleo mientras Hungría cubre la escasez de mano de obra en sectores como la construcción, la industria y los servicios.
Mientras el impacto de la guerra en Ucrania y las sanciones económicas de Occidente siguen repercutiendo en Asia Central, Uzbekistán debe considerar nuevas alternativas para apoyar su desarrollo económico.