El conglomerado alimentario Nestlé anunció el lunes sus planes de construir una nueva planta de producción de alimentos en Ucrania, que supondrá una inversión de casi 43 millones de dólares en este país devastado por la guerra.
Las nuevas instalaciones producirán salsas frías, condimentos, sopas y productos alimenticios instantáneos. También creará alrededor de 1.500 nuevos puestos de trabajo en el noroeste de Ucrania, según un informe de Reuters.
“Se trata de un paso importante para Nestlé en un momento muy difícil para el país”, declaró Alessandro Zanelli, director ejecutivo de Nestlé para el mercado del sudeste de Europa.
La economía ucraniana se ha resentido por la invasión rusa: el FMI (Fondo Monetario Internacional) calcula que la economía se contraerá un 35% este año por los ataques a infraestructuras críticas y metrópolis urbanas. Aunque la inversión extranjera se ha visto en gran medida obstaculizada como consecuencia de la guerra, Nestlé se convertirá en una de las pocas grandes corporaciones mundiales que invertirá en Ucrania en 2022.
“Nuestro objetivo es crear un polo alimentario y culinario que garantice el aumento de puestos de trabajo y atienda las necesidades de los ucranianos y de todos los ciudadanos europeos con productos de alta calidad”.
Crisis alimentaria mundial derivada de la guerra entre Ucrania y Rusia
La decisión de Nestlé se produce en un momento en que la guerra entre Rusia y Ucrania sigue perturbando la cadena alimentaria mundial. Ucrania, cuarto exportador mundial de trigo en 2021, ha tenido problemas para mantener su producción en medio de la guerra.
Después de que en julio se alcanzara un acuerdo entre Rusia y Ucrania mediado por la ONU -un acuerdo que permitió la salida de millones de toneladas de productos de los puertos ucranianos-, Rusia anunció que suspendería su participación en el acuerdo a finales de octubre tras lo que calificó de ataque ucraniano a Crimea, controlada por Rusia.
El ministro israelí de Turismo, Yoel Razvozov, encabezó en junio una delegación política a Kazajistán para estudiar la posibilidad de importar trigo y harina a Israel, en un momento en que las naciones luchan por cubrir sus necesidades de seguridad alimentaria en medio de la guerra entre Ucrania y Rusia.