El renovado interés de Ankara en el material militar de Rusia llega en un momento de gran tensión en las relaciones entre Turquía y la OTAN, una apertura que el Kremlin ha estado trabajando efectivamente para explotar. Queda por ver si esto resulta ser un mero bache en el camino o si marcará el comienzo de una reorientación permanente en las prioridades de defensa turcas.
Los planes de Turquía de comprar el sistema de misiles S-400 de Rusia marcaron un cambio importante en la orientación de la defensa de Ankara, provocando una aguda respuesta de Washington. Sin embargo, el acuerdo del S-400 apenas araña la superficie de la floreciente relación de defensa entre Turquía y Rusia y la amenaza que supone para la coherencia militar de la OTAN.
El Kremlin y Rosoboronexport, la agencia estatal rusa de exportación de armas, están tratando de capitalizar la buena voluntad política de la venta del S-400 con varios otros contratos de alto perfil, incluyendo aviones de caza rusos y el sistema de defensa de misiles de última generación. Cuando el departamento de defensa de EE.UU. suspendió las transferencias de F-35 a Ankara “en espera de una decisión inequívoca de Turquía de renunciar a la entrega del S-400” a principios del mes pasado, los comentaristas de defensa rusos y occidentales especularon que Rusia se abalanzaría con una oferta de un rápido Su-35”. Sin embargo, ahora parece que Moscú tiene la mira puesta en un trato más grande. En una entrevista concedida a los medios de comunicación turcos, el jefe de Rostec, Sergei Chemezov, sugirió que Moscú está abierto a firmar un contrato para el Su-57: “Estos aviones de combate rusos de quinta generación [el Su-57] tienen cualidades excepcionales y son prometedores para la exportación”.
Como si fuera a poner la intención de Moscú aún más en relieve, Chemezov añadió que Rusia está “dispuesta a cooperar” en una potencial venta de Su-57 para “apoyar el deseo de Turquía de desarrollar su propia industria de defensa”. Esta propuesta se hace eco de las propuestas rusas similares a las de China e India, reflejando la estrategia de desarrollo impulsada por las exportaciones de Rusia para la plataforma del Su-57. El gobierno del presidente turco Recep Erdoğan aún no ha comentado la posibilidad de comprar el Su-57. La cuestión de la preferencia de tiempo, es decir, cuánto tiempo están dispuestos a esperar para recibir su pedido, puede figurar de manera prominente en la decisión de Turquía. Dado que el Su-57 está empezando a ser producido lentamente en serie, es poco probable que la Fuerza Aérea Turca reciba su primer lote de Su-57 hasta al menos principios de 2020. Mientras tanto, el F-35 no solo está ampliamente disponible para la exportación, sino que es producido, en gran parte, por empresas turcas con sede en Turquía.
Ankara ha sido menos ambivalente al expresar su interés en el próximo sistema de defensa aérea S-500 de Rusia. “Concluimos el tema del S-400, firmamos un acuerdo con los rusos y comenzaremos la coproducción. Más tarde, podremos trabajar en los S-500”, anunció Erdogan en una entrevista reciente. Para estar seguros, tal compra no sería sin un claro fundamento militar. Habiendo ya comprado el ecosistema de defensa de misiles ruso con el S-400, podría tener sentido técnico para Turquía considerar la actualización de su sucesor en aras de la coherencia de los sistemas, si no otra cosa.
Aún así, el sector de la defensa turca está bien versado en aprovechar a Rusia y a Occidente en la búsqueda de condiciones de importación favorables. Para Ankara, este tipo de proclamaciones simplistas pueden ser menos una declaración concreta de intención de comprar material ruso y más una moneda de cambio en las futuras negociaciones sobre armas de la OTAN. Al igual que con el contrato S-400 negociado con éxito, se puede esperar que Rosoboronexport ofrezca el S-500 a una fracción del precio comandado por sus contrapartes americanas.
La industria de defensa americana no está totalmente libre de contramedidas contra el agresivo modelo de precios de Rusia; en particular, Washington puede ofrecer a Ankara el sistema de misiles Patriot de la competencia con un descuento. Sin embargo, esto es más fácil de decir que de hacer; los posibles subsidios deben negociarse con Raytheon (el fabricante de Patriot), y una concesión selectiva a Turquía puede sentar un peligroso precedente para que los posibles clientes de F-35 lo aprovechen.
El renovado interés de Ankara en el material militar ruso llega en un momento de gran tensión en las relaciones entre Turquía y la OTAN, una apertura que el Kremlin ha estado trabajando efectivamente para explotar. Queda por ver si esto resulta ser un mero bache en el camino o si marcará el comienzo de una reorientación permanente de las prioridades de defensa turcas.