La liberación el viernes del pastor estadounidense Andrew Brunson es una reivindicación de la ardua estrategia de negociación del presidente Trump hacia Turquía. Aunque técnicamente un tribunal turco autorizó la liberación, es el resultado de la dirección del presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Trump había incrementado sistemáticamente la presión sobre el gobierno de Erdogan mientras se negaba, con razón, a extraditar a Fethullah Gulen, un ciudadano turco al que Erdogan acusa de planear golpes de Estado contra él. La evidencia contra Gulen es inexistente, lo que demuestra que la acusación es falsa y tiene motivaciones políticas.
Muchos habían dudado de que la estrategia centrada en la presión de Trump alguna vez pagaría dividendos contra Erdogan. Creían que era más probable que Trump terminara viendo a Brunson sufrir un encarcelamiento más prolongado y más duro. El contexto para estas preocupaciones no era infundado; después de todo, la estabilidad mental de Erdogan y su inclinación por las escaladas teatrales son temas de larga data, pero Trump ganó esta batalla de lucha de brazos al centrarse en los números.
Los continuos problemas económicos de Turquía fueron un excelente punto de presión. Las sanciones que Trump impuso a Turquía en relación con la detención de Brunson se dan en el contexto de la tasa de inflación de dos dígitos que ya tiene la nación y el valor de la moneda en colapso. Para un líder que se enorgullece de poder decir que tiene todas las respuestas, esta lucha económica sigue poniendo en duda la credibilidad de Erdogan. Turquía se está moviendo bruscamente hacia el autoritarismo, pero sigue siendo una democracia de facto y la opinión pública importa en algún nivel. A su vez, Trump juzgó acertadamente que Erdogan tendría que echarse atrás.
Aun así, es probable que el éxito de Trump aquí no solo esté enraizado en su propia confianza de que Erdogan se echaría atrás, sino también en la confianza de Erdogan de que Trump no parpadearía. Si bien el líder estadounidense es juzgado en el extranjero como altamente impredecible, también se lo considera recalcitrante en sus tratos. No es solo Turquía. La renuencia de Trump a alcanzar un acuerdo comercial con China, por ejemplo, es impactante para muchos analistas globales que esperaban que Trump parpadee a estas alturas. Esa resolución de espíritu es útil en negociaciones difíciles. De hecho, es la base más importante para la consideración por parte de Corea del Norte de un acuerdo de desnuclearización: Kim Jong Un toma las amenazas de corolario de Trump a su valor nominal.
Dicho esto, hay un factor final aquí que podría explicar la decisión de Erdogan: la creciente conciencia del presidente turco de que Rusia está enfocado en Siria. Hasta ahora, Erdogan había estado maniobrando la política exterior de su país hacia el refugio del paraguas de Vladimir Putin. Afortunadamente, este acuerdo refleja la decisión de Erdogan de reconstruir las relaciones con los Estados Unidos. Si es así, Estados Unidos debería ayudar a Erdogan a apuntalar su economía.