El gobierno de Qatar instó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a someter “todas las instalaciones nucleares de Israel” a su supervisión. El embajador qatarí en Austria, Jassim Yacoub al-Hammadi, expresó esta demanda durante una reunión del organismo en Viena a inicios de la semana.
Israel nunca ha admitido oficialmente la posesión de armas nucleares, aunque se estima que dispone de unas 90, según un informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, publicado en junio de 2024.
El comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Qatar subraya la importancia de que la comunidad internacional y sus instituciones cumplan con las resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea general de la ONU, así como del OIEA y la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación (TNP) de 1995. En estas resoluciones se instaba a Israel a adherirse a las salvaguardias del OIEA y someter todas sus instalaciones nucleares a supervisión.
Además, el embajador qatarí hizo un llamado para reforzar los esfuerzos diplomáticos que busquen incluir a Israel en el TNP como un estado no poseedor de armas nucleares. Doha destacó que, salvo Israel, todos los países de Oriente Próximo forman parte del tratado y han firmado acuerdos de salvaguardia con el OIEA.
En contraste, el gobierno israelí ha reiterado su compromiso de impedir que Irán adquiera armas nucleares. Desde su fundación en 1948, Israel ha buscado garantizar su seguridad mediante diversas estrategias. En los años iniciales, el primer ministro David Ben-Gurion impulsó estudios geológicos en el Néguev a través de la unidad HEMED GIMMEL de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Durante la década de 1960, Israel colaboró con la empresa francesa Dassault para desarrollar el programa de misiles balísticos Jericó. Aunque Francia se retiró del proyecto, Israel continuó con su desarrollo y produjo el misil Jericó-1, de combustible sólido y dos etapas.
En la Guerra del Yom Kippur de 1973, estos misiles estuvieron en máxima alerta, lo que generó especulaciones sobre su posible capacidad nuclear. Con un alcance de 500 kilómetros, podían impactar objetivos en Egipto y Siria desde el desierto del Néguev. Diseñado para lanzarse desde vehículos móviles, el Jericó-1 podía transportar hasta 650 kg de carga, incluyendo una ojiva de alto poder explosivo de 450 kg, una nuclear de 20 kT o una química.
Israel ha desarrollado versiones más avanzadas del misil Jericó, incluyendo el Jericó-3, con un mayor alcance y potencialmente más sofisticado. A pesar de su política de ambigüedad nuclear, el país mantiene una estrategia de ataques preventivos para evitar que naciones hostiles adquieran armas atómicas, en línea con la Doctrina Begin.
El avance de Irán en su programa nuclear podría modificar la estrategia de Israel en el futuro. Su política de opacidad respecto a su capacidad atómica podría cambiar si Teherán alcanza el umbral nuclear. La estabilidad en Oriente Próximo sigue dependiendo de este delicado equilibrio de poder, donde Israel juega un papel clave con su programa de misiles y su firme postura ante el desarrollo de armas nucleares en la región.