A los pocos meses de la guerra, Ucrania afirmó que la mayoría de los misiles rusos y otro material militar crítico estaban equipados con microchips suministrados por Occidente. Tras perder más misiles de los previstos inicialmente, Moscú podría estar buscando adquirir estos microchips semiconductores, según los informes.
En mayo, Ucrania anunció que Rusia estaba utilizando microchips tomándolos prestados de aparatos eléctricos como ordenadores y frigoríficos. El problema se convirtió en una crisis cuando Rusia tuvo que recurrir a los viejos cohetes de la era soviética en lugar de los modernos misiles guiados de precisión debido a la escasez de microchips.
En lo que podría suponer un enorme revés, Rusia se está quedando sin misiles hipersónicos debido a la escasez de chips. El primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, estimó que a Rusia le quedaban sólo “cuatro docenas” de misiles hipersónicos, informó Politico.
“Estos son los que tienen precisión y exactitud debido a los microchips que tienen. Pero debido a las sanciones impuestas a Rusia, las entregas de este equipo de microchips de alta tecnología se han detenido, y no tienen forma de reponer estas existencias”, dijo.
Rusia tiene tres tipos de armas hipersónicas en su inventario: el Avangard, el Kinzhal y el Tsirkon/Zircon.
Los chips semiconductores son un componente esencial de las armas hipersónicas, de los sensores espaciales e incluso de los aviones furtivos, todos ellos requisitos indispensables en el esfuerzo bélico de Moscú.
La escasez coincide con la obtención por parte de las tropas ucranianas de sistemas de armamento de última generación procedentes de Estados Unidos y otros aliados occidentales, lo que ha provocado daños generalizados en instalaciones e infraestructuras militares clave en lo más profundo del territorio ruso.
Kiev está decidido a impedir que Rusia obtenga chips de alta tecnología para evitar el suministro de misiles, tanto supersónicos como hipersónicos.
Ucrania está advirtiendo a las naciones de todo el mundo que el Kremlin ha preparado listas de compra de semiconductores, transformadores, conectores, carcasas, transistores, aislantes y otras piezas que necesita para alimentar su esfuerzo bélico.
La mayoría de estas piezas son fabricadas por empresas de Estados Unidos, Alemania, Países Bajos, Reino Unido, Taiwán y Japón, entre otros. Si Rusia consigue hacerse con estos componentes, el curso de la guerra volverá a cambiar, en detrimento de Ucrania.
¿Puede EE.UU. frenar el poder de fuego hipersónico de Rusia?
Se ha informado anteriormente de que los miembros del grupo de Investigación sobre el Armamento en Conflicto (CAR) llevaron a cabo un análisis independiente del material militar ruso durante una visita de una semana a Ucrania en mayo, por invitación de esta última. Los investigadores descubrieron que casi todo el equipo contenía piezas fabricadas por empresas estadounidenses y de la UE.
Al parecer, los investigadores desmontaron todos los equipos rusos avanzados que pudieron encontrar, incluidos los telémetros láser y los sistemas de guiado de misiles de crucero. El equipo descubrió componentes de fabricación occidental, como microchips, placas de circuitos, motores, antenas y otra maquinaria.
En su momento, los medios de comunicación rusos afirmaron que los especialistas estadounidenses visitaron los lugares donde impactaron los misiles hipersónicos Kinzhal y buscaron sus fragmentos.
El informe citaba a un experto militar, Dmitry Kornev, que dijo que había un interés especial en los misiles hipersónicos Kizhal debido a la falta de información. Estados Unidos está muy interesado en descifrarlos.
A principios de agosto, un informe de Reuters reveló que los equipos rusos recogidos en el campo de batalla de Ucrania incluían sofisticados chips occidentales. La investigación se llevó a cabo en colaboración con el Royal United Services Institute (RUSI), un think tank de defensa con sede en Londres, y con iStories, un sitio de noticias de investigación centrado en Rusia.
El sistema informático de a bordo dentro de la caja metálica negra de un misil de crucero demostró que Rusia confiaba en los microchips, además de en otra tecnología de vanguardia, para su armamento de precisión.
“En su mayor parte, se trata de los mismos chips que se encuentran en el coche o en el microondas”, dijo un experto ucraniano en armamento con acceso al material militar ruso recuperado.
Estos chips son el cerebro de la tecnología actual, que impulsa todo, desde los teléfonos inteligentes hasta las redes eléctricas y los misiles balísticos intercontinentales. Sin embargo, el suministro de estos chips se ha visto restringido debido a las paralizantes sanciones internacionales impuestas a Moscú.
El día de la invasión, la Casa Blanca anunció que Estados Unidos y sus aliados imponían “restricciones a toda Rusia en materia de semiconductores, telecomunicaciones, seguridad de encriptación, láseres, sensores, navegación, aviónica y tecnologías marítimas” que, según dijo, “cortarían el acceso de Rusia a la tecnología punta”.
Como todos los misiles, esto habría paralizado potencialmente la producción de misiles hipersónicos en Rusia. Así que, mientras Estados Unidos y sus aliados le han quitado la ventaja militar y la superioridad de la potencia de fuego de la que gozaban las fuerzas de Putin, Moscú está tratando meticulosamente de eludir estas restricciones.
Cómo eludir las sanciones para los microchips
Según Politico, Rusia ha confeccionado una lista de componentes que necesita organizada en tres grupos prioritarios, desde los elementos esenciales hasta los menos. EurAsian Times no ha podido verificar de forma independiente estas afirmaciones.
En los últimos años, el Kremlin ha confiado en las grandes empresas de EE.UU., la UE y Japón como proveedores de semiconductores debido a su dependencia de una tecnología autóctona muy primitiva, una vía ahora cerrada.
Sin embargo, surgiría un problema para Ucrania y, en consecuencia, para Occidente, si China o cualquier otra nación media decidiera comprar tecnologías y venderlas a Moscú. Según los expertos, la transferencia de tecnología a actores y empresas no deseadas no podría detenerse por completo con los sistemas de control de exportaciones existentes.
Las restricciones a los chips “son tan estrictas como la puerta de un biombo”, según Matthew Turpin, ex director del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos para China. Hay una frontera de 4.300 kilómetros entre China y Rusia, y no hay posibilidad de determinar si esos chips se transfieren de China a Rusia.
La transferencia de tecnologías de China a Rusia no ha sido probada, según el Departamento de Comercio estadounidense. Mientras tanto, el gobierno chino también ha declarado que no impondrá nuevas restricciones a sus conexiones comerciales con Rusia.
“Una vez que los chips han salido de la fábrica, es muy difícil saber con certeza a dónde van a parar”, dijo Diederik Cops, investigador principal de exportaciones y comercio de armas en el Instituto Flamenco de la Paz.
Así pues, aunque las restricciones a la oferta de microchips y otros componentes occidentales pueden haber frenado la potencia de fuego de Rusia, es posible que pronto encuentre una forma de superar este obstáculo.