Funcionarios saudíes y rusos anunciaron el martes la firma de un pacto de cooperación militar entre ambos países.
El ministro de Defensa saudí, Khalid bin Salman, anunció el acuerdo a través de Twitter, afirmando que ayudaría a “desarrollar la cooperación militar conjunta entre los dos países”. En un segundo tuit, detalló su reunión con su homólogo ruso, Sergey Shoygu, en la que ambos exploraron formas de “fortalecer la cooperación militar y de defensa entre nuestros dos países”.
“Aspiramos a un desarrollo progresivo de la cooperación en el ámbito militar y técnico-militar en todo el espectro de cuestiones que plantean un interés mutuo”, dijo Shoigu, según Radio Free Europe/Radio Liberty (RFERL).
Ninguna de las partes firmantes especificó los términos del acuerdo, pero RFERL señaló que la firma se produjo al margen de una exposición de armas en Moscú. Rusia es el segundo exportador de armas del mundo, después de Estados Unidos, mientras que Arabia Saudita es el primer comprador estatal de material militar.
Estados Unidos ha sido históricamente uno de los principales proveedores de armas de la monarquía saudí. El ex presidente Donald Trump mantuvo estrechos lazos con Riad, con el objetivo de reforzar el régimen contra Irán. Su venta de armas a los saudíes provocó la reprobación del Congreso y Trump vetó posteriormente las medidas para bloquear la venta de armas al país. Sin embargo, el presidente Joe Biden dio marcha atrás y suspendió la venta de armas a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos este año.
El acercamiento de Rusia a un agitado aliado de Estados Unidos también se produce tras la decisión de Biden de prorrogar la guerra de Afganistán durante cuatro meses más, rompiendo un acuerdo negociado por Trump que habría dado lugar a una retirada militar organizada para el 1 de mayo. La fecha límite del 31 de agosto de Biden -que desde entonces ha ampliado- ha provocado que decenas de miles de ciudadanos estadounidenses y afganos aliados se agolpen en el aeropuerto internacional de Kabul ante la toma del país por parte de los talibanes la semana pasada. Al cierre de esta edición, miles de personas seguían atrapadas en el país tras la exitosa conquista de Kabul por los talibanes y la evaporación de las fuerzas de la República Islámica de Afganistán.
La expansión del Kremlin en la región no se ha limitado a la Península Arábiga. En la orilla occidental del Mar Rojo, Moscú está construyendo una base naval a gran escala cerca de Puerto Sudán, supuestamente capaz de albergar buques de propulsión nuclear. La estación será la segunda base naval de Rusia fuera de la antigua Unión Soviética, siendo la otra una estación de paso en Tartus, Siria.
Más cerca de Afganistán, Rusia está desplegando su fuerza militar en el vecino Tayikistán. El gobierno de Dushanbe, miembro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), un bloque militar de antiguas repúblicas soviéticas, solicitó la ayuda de Rusia para contener las amenazas a la seguridad y gestionar a los refugiados tras la conquista de la provincia afgana de Badakhshan y la mayoría de los territorios fronterizos por parte de los talibanes. A principios de agosto, Tayikistán acogió ejercicios conjuntos entre sus fuerzas armadas y las de Rusia y Uzbekistán, con el fin de prepararse para posibles amenazas a la seguridad por parte del Afganistán liderado por los talibanes.
Moscú parece deseoso de reconocer al régimen islamista talibán -aunque éste siga siendo una organización terrorista designada por Rusia- y cultivar lazos más fuertes con el nuevo gobierno, pero se enfrenta a la competencia por la influencia de China, que pretende ampliar sus inversiones en el país.