Rusia pretendía una rápida victoria en Ucrania, pero trece meses después, el conflicto se ha convertido en una desgastante guerra sin resolución a corto plazo.
Las estrategias y expectativas iniciales de Putin han fracasado, y ahora ambos países se encuentran atrapados en una batalla sin cuartel.
Los errores estratégicos de Putin
La Universidad de Cambridge señaló que la guerra de Putin no salió según lo planeado. Entre los errores estratégicos se encuentran: subestimar la voluntad y capacidad de lucha de Ucrania, sobreestimar las capacidades militares de Rusia y juzgar mal la disposición de Occidente para apoyar a Ucrania e imponer costos a Rusia.
Ucrania lucha por su supervivencia, lo que inspira un compromiso diferente y más intenso. Para ellos, no hay alternativa a la victoria, ya que la derrota implicaría su desaparición.
Es sorprendente que Rusia haya subestimado la determinación ucraniana, considerando su propia historia en situaciones similares, como cuando enfrentaron al Tercer Reich o la invasión a Afganistán.
Rusia: una amenaza menor de lo pensado
Aunque la invasión rusa ha sido percibida como una amenaza para la seguridad europea, su actuación militar en Ucrania evidencia que la amenaza es menor de lo que se creía. Rusia ha demostrado ser incapaz de asegurar el espacio aéreo ucraniano, mantener líneas de suministro o retener ciudades clave.
Además, el ejército ruso ha sufrido grandes pérdidas, incluyendo miles de tanques y más de un cuarto de millón de bajas.
El desgaste de ambos bandos
El prolongado conflicto ha llevado a un desgaste en ambos bandos, y el panorama actual muestra una guerra centrada en ciudades de dudosa importancia estratégica, como Bajmut.
La falta de una resolución rápida ha convertido este enfrentamiento en una lucha incierta, donde el final no se vislumbra en el corto plazo.
¿Qué sigue para Rusia y Ucrania?
El conflicto entre Rusia y Ucrania se ha convertido en una guerra de desgaste sin un final previsible. Ambos bandos han sufrido pérdidas significativas y enfrentan un panorama incierto.
El futuro de estos dos países y su relación se ha vuelto más complejo y difícil de predecir, lo que plantea interrogantes sobre el impacto a largo plazo en la región y en la política global.