Los equipos de búsqueda y rescate de Turquía y Siria desafiaron al frío el martes por la noche para buscar entre los escombros de las miles de estructuras destruidas por una serie de potentes terremotos.
Tras una serie de fuertes temblores cerca de la frontera entre Turquía y Siria, el mayor de los cuales registró una enorme magnitud de 7,8, el número de muertos confirmados en las dos naciones ascendió a casi 4.300.
El Centro Sismológico Euromediterráneo informó de varios seísmos menores el martes por la mañana.
El centro informó de que, en las últimas 24 horas, al menos 17 seísmos han sacudido la zona.
Más de 5.600 edificios han quedado destruidos en numerosas localidades, según los equipos de respuesta a catástrofes de Turquía y Siria. Muchos de ellos eran edificios de apartamentos de varias plantas en los que dormían sus ocupantes.
A los testigos de la ciudad turca de Kahramanmaras les resultaba difícil comprender el alcance de la catástrofe.
“Creíamos que era el Apocalipsis”, dijo Melisa Salman, una periodista de 23 años. Es la primera vez que nos ocurre algo así.
El martes, AFAD, una organización humanitaria turca, informó de que 2.921 personas habían perdido la vida solo en Turquía, lo que eleva a 4.365 el número total de víctimas mortales confirmadas, incluida Siria.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, podrían haber muerto hasta 20.000 personas, y muchos temen que esa cifra aumente drásticamente.
Cuando otro edificio cayó repentinamente cerca de los trabajadores de rescate en Gaziantep, Turquía, gritaron, se lamentaron y clamaron por escapar. La ciudad acoge a decenas de miles de refugiados sirios que han huido del conflicto civil que asola el país desde hace una década.
El terremoto inicial fue tan potente que sus efectos pudieron sentirse en Groenlandia.
Todos los rincones del mundo están reaccionando ante la tragedia.
El frío y la lluvia han dificultado la respuesta de decenas de países, entre ellos Ucrania y Nueva Zelanda. El lunes por la noche partió hacia Turquía un equipo de rescate israelí.
Un edificio de siete plantas se derrumbó en la ciudad de Sanliurfa, en el sureste de Turquía, y los equipos de rescate trabajaron durante toda la noche para intentar liberar a las personas atrapadas.
Omer El Cuneyd, un estudiante sirio de 20 años, dijo: “Hay una familia que conozco bajo los escombros”.
Mi compañero siguió atendiendo llamadas hasta alrededor de las once o mediodía. Sin embargo, ha dejado de responder. “Está ahí abajo”, comentó Cuneyd.
Los residentes pasaron la noche en la calle, acurrucados alrededor de hogueras mientras morían de frío en sus casas.
Mustafa Koyuncu, temiendo por la seguridad de su familia, cargó a su mujer y a sus cinco hijos en el coche.
El hombre, de 55 años, dijo a la AFP: “No podemos volver a casa”. Todos están aterrorizados.
Hubo muchos daños entre Kahramanmaras y Gaziantep, donde estuvo el epicentro, y manzanas enteras de la ciudad quedaron en ruinas cuando empezó a nevar.
Apocalipsis
El Servicio Geológico de Estados Unidos informó de que el seísmo inicial se produjo cerca de la ciudad turca de Gaziantep, donde viven casi dos millones de personas, a las 4:17 hora local del lunes, a una profundidad de unos 18 kilómetros.
Más de 14.000 personas han resultado heridas en Turquía, según la oficina de gestión de catástrofes, y 3.411 en Siria, según su gobierno.
Según las autoridades, tres aeropuertos importantes han sufrido daños irreparables, lo que dificulta el transporte de suministros de emergencia.
Las carreteras que conducen a la zona han quedado cubiertas de hielo y nieve debido a una nevada invernal.
Gran parte de la región del norte de Siria afectada por el terremoto ya había sido devastada por años de combates y bombardeos aéreos de las fuerzas sirias y rusas.
La crisis ya está moldeando la respuesta; al parecer, el embajador sirio ante la ONU, Bassam Sabbagh, ha descartado reabrir los pasos fronterizos para permitir que la ayuda llegue a las zonas controladas por las facciones rebeldes.
Alepo, Latakia, Hama y Tartus, donde Rusia alquila una instalación naval, han sufrido daños, según el Ministerio de Sanidad sirio.
Los edificios de Alepo, el centro comercial de Siria antes de la guerra, se derrumbaban con frecuencia incluso antes de la catástrofe debido al deterioro de las infraestructuras, que la guerra ha dejado sin control.
El gas natural y la electricidad se cortaron en toda la región como medida de precaución, y las escuelas permanecieron cerradas durante dos semanas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha expresado su preocupación por la posibilidad de que se produzcan graves daños en dos sitios patrimoniales de Siria y Turquía, a saber, Alepo y Diyarbakir.
Una veintena de presos se fugaron de una cárcel del noroeste de Siria que albergaba a miembros del grupo Estado Islámico durante un motín carcelario tras los seísmos, según una fuente de AFP.
Estados Unidos, Europa y Rusia ofrecieron de inmediato sus condolencias y ayuda.
Joe Biden, presidente de Estados Unidos, aseguró a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, que su país prestará “toda” la asistencia necesaria para ayudar a Turquía a recuperarse.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha prestado “la ayuda imprescindible” a Turquía, cuyos drones de combate están ayudando a Kiev en su lucha contra la invasión rusa.
Turquía está situada en una región sísmicamente activa.
En 1939, 33.000 personas perecieron en la región oriental de Erzincan tras un terremoto de 7,8 grados.
En 1999, un seísmo de magnitud 7,4 sacudió la zona turca de Duzce y causó alrededor de 17.000 muertos.
Estambul es una megalópolis con 16 millones de habitantes que viven en viviendas precarias, y los expertos llevan tiempo advirtiendo de que un fuerte terremoto puede causar una destrucción generalizada.