El número de muertos por el terremoto de magnitud 6,1 que ha sacudido Afganistán a primera hora del miércoles se ha elevado a al menos 1.000 y hay 1.500 heridos, muchos de ellos de gravedad, según ha informado la agencia de noticias francesa AFP.
El terremoto se produjo a unos 27 kilómetros de la ciudad de Khost, en el sureste de Afganistán, a una profundidad de 31 kilómetros, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Según el Instituto Sismológico Euromediterráneo (EMSC), el seísmo se sintió también en Pakistán y la India.
Las fotos de la cercana provincia de Paktika, una región rural y montañosa donde se registraron la mayoría de las muertes, muestran casas reducidas a escombros. Se cree que unas 2.000 casas han sido destruidas, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Algunas personas pasaron la noche durmiendo en refugios improvisados al aire libre mientras los rescatistas buscaban supervivientes con linternas.
Médicos y personal de emergencia de todo el país se están reuniendo en el lugar, con la ayuda de algunos organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, la ayuda puede ser limitada, ya que muchas organizaciones se retiraron del país, que depende de la ayuda, después de que los talibanes tomaran el poder el pasado agosto.
El gobierno talibán ha desplegado recursos de emergencia, incluidos varios helicópteros y decenas de ambulancias, y ha ofrecido compensaciones a las familias de las víctimas.
También ha hecho un llamamiento a la ayuda extranjera, solicitando el miércoles “el generoso apoyo de todos los países, organizaciones internacionales, particulares y fundaciones”.
La ayuda internacional para Afganistán es limitada
El terremoto ha agravado los problemas que ya aquejan a Afganistán.
Aunque la crisis económica se ha hecho sentir durante años como resultado del conflicto y la sequía, se hundió hasta nuevas profundidades después de que los talibanes tomaran el poder, lo que llevó a Estados Unidos y sus aliados a congelar unos 7.000 millones de dólares de las reservas de divisas del país y a cortar la financiación internacional.
Esta medida ha paralizado la economía afgana y ha sumido a muchos de sus 20 millones de habitantes en una grave crisis de hambre. Millones de afganos están sin trabajo, los empleados del gobierno no han cobrado y los precios de los alimentos se han disparado, con informes de algunas familias tan desesperadas por la comida que han recurrido a la venta de sus hijos.
Quedan pocas agencias de ayuda, y las que lo hacen están al límite. El miércoles, la OMS dijo que había movilizado “todos los recursos” de todo el país, con equipos sobre el terreno que proporcionan medicamentos y apoyo de emergencia. Pero, como dijo un funcionario de la OMS, “los recursos están sobrecargados aquí, no sólo para esta región”.
Afganistán sufre con frecuencia terremotos, especialmente en la cordillera del Hindu Kush, que se encuentra cerca de la unión de las placas tectónicas euroasiática e india.