El histórico distrito judío en Marrakech, epicentro turístico de Marruecos, enfrenta una devastación masiva tras un potente sismo.
El alcance de la tragedia
Marrakech fue golpeada por un terremoto de magnitud 6.8, con su epicentro cerca del suroeste de la ciudad. Las consecuencias son devastadoras con cientos de muertes registradas.
Observando la destrucción, Hafida Sahraouia comparó el paisaje con el resultado de un atentado explosivo. Su hogar, como muchos otros, fue reducido a escombros en el antiguo y valorado distrito.
Relatando los eventos, Sahraouia recuerda cómo el sonido del temblor parecía una serie de explosiones. En medio del caos, ella y sus hijos escaparon justo antes de que su hogar colapsara.
Consecuencias a nivel personal y cultural
Mientras muchas familias como la de Sahraouia enfrentan un futuro incierto, otros residentes, como Mbarka El Ghabar, también luchan con la pérdida de sus hogares a causa del sismo más intenso en la historia marroquí.
El casco antiguo de Marrakech, también conocido como medina, es un sitio del Patrimonio Mundial de la Unesco, contribuyendo al 7 % de la economía nacional gracias al turismo.
El barrio judío tenía una rica historia con una población judía prominente hasta su migración hacia Israel y la subsiguiente presión de la comunidad musulmana local, dejando su número considerablemente reducido.
Testimonios del horror
El Ghabar recuerda la noche del desastre con claridad: mientras dormía, partes de su techo se desplomaron, pero lograron escapar con su esposo.
Otras familias no fueron tan afortunadas. Fatiha Aboualchouak perdió a su joven sobrino entre las más de 800 víctimas confirmadas. Aboualchouak expresó su dolor con una voz temblorosa: “No tengo fuerzas para hablar”.
Según cifras oficiales del Ministerio del Interior, se registraron al menos 13 fallecidos solo en Marrakech, una ciudad admirada por su arquitectura característica y su impresionante paisaje natural.
Refugio post-desastre
La icónica plaza Jemaa el-Fna se convirtió en refugio temporal para muchos residentes y turistas. Mientras algunos optaron por dormir al aire libre, otros, como Ghannou Najem, pasaron la noche atemorizados.
Najem había arribado a Marrakech desde Casablanca justo antes del sismo. Recuerda cómo fue despertada por el estruendo, y su temor de enfrentar el final sola en su cuarto de hotel.
Otras víctimas, como Rabab Raeess, describieron la experiencia como altamente traumática. La visión de gente corriendo, el polvo y los edificios en ruinas son imágenes que jamás olvidará.
Entre el agradecimiento y el luto
Mohamed, un residente del casco antiguo, reflexiona sobre su fortuna de no ser una víctima, dada la frágil infraestructura de la región. A pesar de su alivio, la tristeza es evidente al recordar a vecinos que no tuvieron su misma suerte.
La catástrofe no solo dejó una ciudad en escombros, sino también marcó a una comunidad que deberá enfrentar el proceso de reconstrucción y sanación.