Un hombre alemán de 84 años ha sido multado con 250.000 euros (297.000 dólares) por almacenar en su sótano una colección de armas de la época de la Segunda Guerra Mundial, incluido un tanque nazi de 45 toneladas, según informan los medios de comunicación alemanes.
El tribunal de Kiel (Alemania) condenó al hombre en virtud de la Ley de Control de Armas de Guerra del país, después de que un registro en el domicilio del octogenario diera como resultado el descubrimiento de una gran colección de armas militares de la época de la guerra almacenadas en su garaje subterráneo, entre las que se encontraban el tanque Panther, un torpedo, morteros, cañones antiaéreos, ametralladoras, pistolas automáticas y 1.500 cartuchos de munición, informó el Register.
El acusado, cuyo nombre se mantuvo en secreto debido a la ley de privacidad alemana, recibió una sentencia suspendida de 14 meses. Deberá donar o vender el tanque y los cañones antiaéreos a un museo o coleccionista en un plazo de dos años, informó Associated Press.
Los cañones del tanque no funcionan. Sin embargo, todavía está operativo y podría ser conducido. El alcalde de la cercana ciudad de Keikendorf dijo, según se informa, que “estuvo dando vueltas en esa cosa durante la catástrofe de la nieve en 1978”.
El ejército alemán envió a 20 soldados a la casa del hombre, donde pasaron nueve horas sacando el tanque y el efectivo de armas de su sótano subterráneo.
El Panther fue cargado en un remolque utilizando otros tanques para arrastrarlo.
Las multas y las penas de cárcel previstas en la Ley de Control de Armas de Guerra dependen de la funcionalidad de las armas.
El abogado del hombre argumentó que, aunque su colección contenía artículos clasificados como armas militares, la fiscalía no había demostrado que él hubiera infringido la ley.
El juez dijo al tribunal que el testimonio de los expertos había demostrado que el arma oxidada del Panther podía limpiarse y restaurarse en cuestión de días, informó Deutsche Welle.
El motor del tanque había sido restaurado, pero le faltaban las orugas.
El abogado del hombre recalcó al tribunal que su cliente no es un simpatizante nazi y que la restauración de los objetos de su colección había sido el “trabajo de su vida”.